lunes, 22 de mayo de 2017

"Los Otros" (Apuntes sobre el Neoliberalismo)

     "Los Otros" es el título de una película de producción anglo-hispana filmada en 2001, dirigida por Alejandro Amenábar y protagonizada por Nicole Kidman (The Others), cuyo argumento puede equipararse con una analogía de la realidad que ha vivido el mundo occidental desde el nacimiento del neoliberalismo hasta hoy, cuando se ha decretado su muerte por la vía democrática con el Brexit en la Gran Bretaña y con la elección de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos.
     El argumento de la película se centra en la vida de una familia con dos hijos pequeños, que espera el regreso del padre de la Segunda Guerra Mundial, en la que los niños sufren una extraña enfermedad que no les permite tener contacto con la luz solar. A lo largo del film la madre y los hijos van descubriendo la presencia de fantasmas en su casa a quienes llaman "los otros" y a quienes pueden percibir, e incluso ver, aunque sólo en contadas ocasiones. El desenlace revela que "los otros" son en realidad los que sí existen como seres vivos, y es la familia quien existe solamente como espíritus habitando la casa; es decir, "los otros" son en realidad ellos, los que pensaban que "los otros" eran los otros.
     En nuestra realidad social, el nacimiento oficial del neoliberalismo en 1979 (que tiene origen en las teorías económicas de Hayek y Buchanan), fue formalmente decretado en un discurso de Margaret Thatcher en la Gran Bretaña, alegramente adoptado por Ronald Reagan y Alan Greenspan en los Estados Unidos, acompañados por Friedman y los Chicago Boys en el Reaganomics, para anunciar el surgimiento de un nuevo modelo, consistente en un proceso darwininao acelerado del desarrollo económico y social, que sustituyó a la relativa estabilidad keynesiana experimentada por el mundo occidental desde 1945 y hasta 1980.
     A partir de ese discurso la Señora Thatcher abolió la sociedad y el bienestar común como centro del interés económico y lo concentró, exclusivamente, en la competencia del mercado y el desarrollo individual como motor del avance de la humanidad, poniendo en práctica el principio económico smithsoniano de "laissez-fair", que incluye políticas de liberación económica, desregulación, libre comercio y reducción del gasto público, a fin de privilegiar en forma descontrolada la participación del sector privado en la economía y en la sociedad.
     Así, en aras de la libertad y del desarrollo individual y privado, se le entregó el gobierno del mundo a las empresas. Lo que no tomaron en cuenta es que la única obligación fundamental de las empresas es generar utilidades para sus accionistas, dentro de un marco legal. Teniendo las empresas el control del gobierno en sus manos, este marco legal lo establecen ellas mismas. Y amanecimos en un mundo en el que las corporaciones no tienen freno en su tarea de generar utilidades para sus accionistas. No importan el bienestar social, la ecología, la educación o los valores fundamentales; se enfocan en el mercado por medio del cual generan utilidades; en ser competitivos y financieramente eficientes. Como los escrúpulos no generan eficiencia financiera, en el camino pasan por encima de todo lo demás. No se les puede culpar; hacen lo que les toca hacer dentro de las reglas de juego que la misma sociedad estableció a través de sus gobiernos.

¿Cómo funciona el modelo?

     El modelo, como en cualquier sociedad mercantil con fines de lucro, persigue la eficiencia financiera por medio de la optimización de la producción y la creación de mercados.
     Para optimizar la producción las nuevas reglas permiten a las empresas hacerla más flexible; se puede escoger la ubicación geográfica más conveniente y la mano de obra más barata, gracias a la globalización de las regulaciones y a que los gobiernos no tienen los alcances para regular el mercado global en forma eficiente; las corporaciones operan multinacionalmente. De hecho, el concepto mano de obra se ha convertido en algo obsoleto para el modelo, sustituyéndose por la compra de paquetes de tiempo laboral proporcionados por las personas mejor calificadas para realizar el trabajo que venden a las corporaciones; es decir, las personas se han convertido en proveedores de servicios laborales para cuya realización deben preparase mejor que cualquier competidor potencial (las otras personas) y vender sus servicios al menor precio posible para ser contratados. Para el modelo, un trabajador no es un ser humano, con todo lo que esto implica, sino un servicio de proveeduría subcontratado que realiza eficientemente una función durante el mayor tiempo posible al menor costo que se pueda conseguir.
     Por otro lado, en la búsqueda de la eficiencia máxima de los mercados, las mercancías y servicios que se producen pierden su valor intrínseco pues las estrategias comerciales sofisticadas los han convertido en marcas, y son éstas, las marcas, las que concentran el mayor valor del precio de una mercancía o un servicio; en resumen, un automóvil no vale por la funcionalidad de transporte que representa, sino por la marca que ostenta; lo mismo una taza de café, una prenda de vestir, un servicio de transporte, etc. El desarrollo del modelo ha inflado el valor de las cosas a través de las marcas y las ha vuelto aspiracionales; los consumidores las anhelan.
     De tal suerte que el modelo despersonaliza al ser humano conceptualizándolo como: (a) un proveedor desechable de insumos al producto que se fabrica, o al servicio que se presta; y/o, (b) un consumidor de productos o servicios cuyo valor principal se concentra en las marcas.
     En resumen, las corporaciones logran la máxima eficiencia financiera pagando el mínimo posible por la fabricación de productos y servicios, cuyo valor no se encuentra tanto en él, como en la marca que ostenta, y cobra el mayor precio posible a consumidores ávidos de poseer la marca del producto; por ejemplo, a cambio de una bolsa de mano para mujer fabricada por indígenas mexicanas pagan 238 pesos, le incrustan una marca conocida internacionalmente y la venden al público, que se las arrebata, en 28 mil pesos. 
     De esta manera las corporaciones y sus accionistas concentran la mayor parte del capital utilizándolo, entre otras cosas, para asegurar la permanencia del modelo adquiriendo servicios de parte de los miembros de los gobiernos a cambio de apoyos para ganar elecciones, comprando otros servicios de parte de los medios de información, no solamente para seguir creando mercados, sino para continuar generando  en los individuos la necesidad de: (a) prepararse para la competencia contra los demás sin ningún escrúpulo; y, (b) la de anhelar la posesión ilimitada de marcas en todos los bienes y servicios que adquieren o consumen.
     A cambio, las corporaciones han inventado el concepto de "responsabilidad social corporativa" (CSR por sus siglas en inglés) que implica devolver "algo" de los beneficios que reciben de la sociedad y que no es más que una estrategia de relaciones públicas que utilizan para disfrazar su esencia depredadora ante la imagen pública, a cambio de gastar miserias financieras en obras raquíticas de ayuda social que, en un gran número de casos, no solamente no devuelven nada a la sociedad, sino que aprovechan para montar estrategias fiscales que les permitan evitar el pago de impuestos a los gobiernos, a través de financiar fundaciones por medio de las cuales reciben dinero del público, reportándolo como aportación de sus empresas (como ejemplo el "redondeo", el "teletón", etc.) y que sirven además para relevar a los gobiernos corruptos y saqueadores de una responsabilidad social que les correspondería cumplir, a partir de la redistribución de los ingresos que reciben por el pago de impuestos de sus ciudadanos.

Las consecuencias del modelo en la realidad

     En este escenario, los gobiernos van delegando cada vez más funciones en las corporaciones, incluso de aquellas que implican la seguridad social; se privatiza la educación, la salud, el acceso al agua, el transporte público, la ecología, la seguridad, etc., para hacer que todo sea negocio, y en el proceso van generándose habitantes desechables. Si una persona no es la mejor capacitada para hacer un trabajo al menor precio del mercado, o no cuenta con los medios para adquirir las marcas de los bienes o servicios que proporcionan las empresas, se convierte en un miembro prescindible de la sociedad, molesto hasta para la vista, y pasa a formar parte de "Los Otros"; los que "no existen" en la realidad creada por el modelo, sino en un universo paralelo que, en países poco desarrollados no tienen acceso siquiera a la seguridad social más elemental, y en países del primer mundo éste es limitado e insuficiente.
     En los últimos casi 40 años desde el lanzamiento del modelo, éste se ha desarrollado, ha florecido y funcionado para las corporaciones internacionales y para las empresas controladas por oligarquías locales que se han apoderado prácticamente de la totalidad de los activos de los países para crear los mercados; ha funcionado también para partidos políticos o grupos de gobernantes sin escrúpulos en todo el mundo, que han servido a los primeros como instrumentos para continuar el desarrollo  del modelo a cambio de comprar su permanencia en lo que ellos interpretan como "el poder", sin enterarse que el poder lo detentan, en realidad, aquellos que los corrompen, los mantienen ahí y los utilizan como peones en su juego de ajedrez creando kakistocracias (el gobierno de los peores) en todo el mundo: Las Corporaciones.
     La connotación enarbolada por el modelo implicaba el desarrollo del individuo y de la familia, desvinculados del resto de la sociedad, como entidades autónomas en la competencia contra los demás individuos y, teóricamente, en persecución de la perfección individual. Este concepto puede resultar una materia interesante de disertación filosófica, pero como ha quedado demostrado en la práctica de los últimos casi 40 años, es contrario a toda lógica natural en la que, desde los micro-organismos hasta las galaxias, existe un principio fundamental de interdependencia armónica indispensable para la preservación de la vida.
     De tal suerte, que el énfasis egocentralista de la teoría neoliberal logró despersonalizar al individuo y deshumanizarlo en el sentido más básico. En aras de la competencia fundamentalista con el desprecio del bien común se normalizó la violencia, la depredación, la corrupción y el desinterés en cualquier cosa que amenazara con estorbar la entrega absoluta del individuo a los brazos del modelo de mercado, representado por el deseo ilimitado de consumo de marcas y la automartirización para lograr la mayor calidad de trabajo al mínimo precio y en las condiciones más precarias posibles. La prioridad ha sido estar ahí y, de preferencia, sin que alguien más también lo esté, o lo esté por debajo o por detrás de mi; y si hay alguien arriba o adelante, buscar la forma de ponerlo abajo y atrás mediante la compra de "mejores" y más marcas, o lograr desbancarlo de su puesto bajando el precio de mi trabajo y aumentando su calidad, porque el bienestar de los demás, el bien común, no existe para el modelo; sólo el mío propio.
     Desde esta óptica, los patrimonios culturales, ecológicos, educativos, sociales, naturales y humanos, incluyendo entre otros la vida misma de los demás, no tienen ninguna relevancia a menos que pueda llegar a ser sujeto de explotación laboral o comercial por parte de los mercados, y como, en virtud de la eficiencia del sistema y al avance tecnológico, cada vez se requiere menos mano de obra para la "producción" de los espejismos representados por las marcas, cada vez también hay más gente sin trabajo y sin dinero suficiente para integrarse al modelo; gente que se va quedando fuera de los beneficios de la salud, la educación, la seguridad social o otros servicios que antes de 1980 eran considerados como "derechos" y que hoy, ya privatizados o en proceso de serlo, cada vez con más frecuencia se adquieren siendo pagados por el individuo que los requiere y no por el Estado que debería redistribuir y redireccionar el dinero público en busca del bien común.
     En conclusión, el modelo ha funcionado muy bien para los individuos más depredadores y con menos escrúpulos de las sociedades y relativamente bien, mientras puedan conservarse compitiendo, y hayan jugado con habilidad sus estrategias económicas, para una proporción de la población que ha optado por vivir en la práctica de un síndrome de ceguera y sordera selectivas, que no les permite tener que voltear a ver a los demás.

      Para vivir cómodamente en el modelo hay que practicar la pérdida de sensibilidad y de consciencia colectiva, porque se requiere no sentir nada y, en el mejor de los casos ni siquiera poner atención ante la miseria, la enfermedad, la violencia, la corrupción, la desgracia, el delito, el saqueo, la depredación y hasta la muerte violenta de los demás; siempre que la víctima no sea yo o mis seres muy cercanos. Si por error se llega a percibir algo de esto en nuestras vidas, el modelo nos da la excusa ideal para no sentir nada: Ellos, Los Otros, se lo buscaron; de alguna forma lo provocaron y atrajeron la desgracia sobre sí mismos; no son competitivos, o no fueron previsores, o no usan marcas, o andaban en algo turbio, etc.; la responsabilidad nunca es del conjunto de individuos que viven cómodamente en el modelo, sino de Los Otros.
    
Los Otros

     Junto con la depredación del medio ambiente, la extinción de especies animales, el saqueo ilimitado de los recursos naturales, la desaparición gradual de la educación pública gratuita, de la seguridad social, de la salud pública sin fines de lucro, de los patrimonios culturales y lingüísticos, etc., se ha llevado a cabo la producción en masa de cada vez más individuos sin acceso a la educación, al trabajo y al bienestar, como resultado de la aplicación del modelo neoliberal durante 4 décadas en el planeta, haciendo énfasis especial en el saqueo irresctricto e indiscriminado de los recursos de países que no están en el primer mundo de la geopolítica y de la geoeconomía, con la consecuente marginación, y en muchos casos, el exterminio esporádico y sistemático de grupos de personas desechables que, por una razón u otra, no encajan en los parámetros del modelo: Los Otros.
     Pero hoy después de casi 40 años de aplicación del modelo, como en el film de Amenábar, Los Otros han aparecido a los ojos de los habitantes del mundo neoliberal, detonando en ellos sorpresa, negación y miedo.
     Aparecieron para decir "aquí estamos y existimos"; de hecho, se hicieron presentes para cambiar el mundo de aquellos que pensaban que eran los de verdad y, aunque no completamente todavía, para que se den cuenta que en la realidad profunda de la humanidad, los verdaderos Otros son en realidad los habitantes del mundo neoliberal, como parodias de oligarcas devaluados anhelando su forma de vida superficial y vacía, los de utilería, los de mentiras, los productos pirata de la humanidad que viven en una realidad falsa, de plástico, de ilusión, imposible de sostener racionalmente.

     Se manifestaron precisamente en aquellos países donde nació el neoliberalismo votando en contra del sistema y venciéndolo, en el Reino Unido con el Brexit y en los Estados Unidos de América con el Trumpismo, pero ni en el primer caso lo hicieron solamente para desprender al Reino Unido de la Unión Europea, ni en el segundo para tener a Trump en la presidencia.
     En ambos casos lo hicieron para decirle a sus gobiernos que no tienen trabajo, que no tienen seguridad social, que no tienen educación para sus hijos, que no les interesa cambiar eso por ropa de marcas y que quieren que sus impuestos se utilicen para darles servicios a los que tienen derecho, sin verse obligados a pagar por ellos dos veces. Para decirle a sus gobiernos que su modelo no funciona para ellos y que ellos son la mayoría, son los que existen de verdad y que no se van a suicidar para que su modelo funcione. Para decirles que su modelo está muerto; que hay que hacer algo distinto y crear países donde quepamos todos.

Y ahora ¿qué va a suceder?

     Está claro; el neoliberalismo ha muerto; lo acribilló el voto por el Brexit y lo aniquiló el voto por Trump. Las reglas del juego van a cambiar aunque los gobiernos del mundo occidental tarden en entenderlo y las corporaciones en aceptarlo. 
     Con la llegada de Trump, y dígase de paso, con la herencia de los gobiernos norteamericanos anteriores, la geopolítica ya cambió en el mundo con una alianza entre China y Rusia que presneta un equilibrio de poder diferente al que hemos vivido hasta hoy y, para desgracia de las simpáticamente pomposas oligarquías locales y sus excrecencias de políticos neoliberales, con un modelo económico para occidente más parecido a un neo-keynesianismo que a una variante revolcada del neoliberalismo financierista que depredó a la sociedad en el pasado inmediato.

sábado, 29 de abril de 2017

México es hoy un Estado Fallido ¿Qué nos pasó?

     El gobierno no es lo mismo que el Estado, está vinculado a este por el elemento poder. El gobierno pasa, cambia y se transforma, mientras que el Estado permanece idéntico. En ese sentido, el gobierno es el conjunto de los órganos directores de un Estado a través del cual se expresa el poder estatal, por medio del orden jurídico.
     De acuerdo con la definición de la Encyclopeadia Britannica, la misión del gobierno es crear un sistema de auto-protección social para y con todas las personas que viven en el Estado, que sea seguro al largo plazo, autofinanciable, de muy buena calidad y sin corrupción. Prioritariamente asegurar el futuro de la salud, educación, trabajo, sustento y vivienda.
    Estas definiciones básicas nos obligan a pensar sobre la situación en que se encuentra México hoy (año 2017) y no se puede evitar aprovechar la oportunidad para hacer, por lo menos, algunas reflexiones simples que nos lleven a conclusiones pragmáticas en relación con esta situación.
      La Historia de México nos muestra que, si bien el desempeño de los gobiernos que han dirigido los destinos del Estado nunca han cumplido con la misión de un gobierno, tal y como se expresa más arriba, en algunos períodos cortos de la vida gubernamental del país se percibía la orientación de sus esfuerzos hacia el logro de esos propósitos, aunque no es el caso de la enorme mayoría de los gobiernos que han estado al frente del México independiente. Por lo menos, durante un buen tiempo de la Historia moderna y contemporánea de México  se contaba con un plan, más o menos claro, que daba una idea de hacia dónde dirigir los efuerzos del gobierno en busca de lograr el cumplimiento de una misión concordante con la definición académica de "gobierno".
     Esa intención de congruencia con la misión de un gobierno en México se extravió a partir de 1982, cuando explotaron en la cara del gobierno, y de todos los mexicanos, las consecuencias de un manejo equivocado, por decir lo menos, de la economía durante los 12 años anteriores, que se potenció con varios factores de índole política desarrollados desde 1968 y hasta el fin de la guerra fría en 1989. Sin embargo, se apostó a orientar el manejo de la economía por medio de la desregulación a fin de que fuera el mercado el que ajustara las variables y se decidió la dependencia económica practicamente absoluta de los Estados Unidos de América, dejando específicamente a ese mercado la suerte futura de la economía mexicana y de la esperanza de un bienestar social derivado de ello en el largo plazo.
     En la situación actual de México se hace necesario llevar a cabo un primer ejercicio de reflexión relacionado con la misión del gobierno a partir de la definición académica de éste.
   Como primera obligación de un gobierno está la creación de "un sistema de auto-protección social para y con todas las personas que viven en el Estado". Segun los últimos datos publicados por el CONEVAL, en México 55.3 de los 121 millones de habitantes viven en situación de pobreza y, de estos 55.3 millones, más de la mitad (31.8 millones) es vulnerable por carencias sociales; sólo del 2010 al 2014 casi 3 millones de personas cayeron en situación de pobreza sin haber estado en ella en 2010. Sin abundar en mas datos relacionados con otros temas que forman parte de lo más básico de un sistema de auto-protección social, como la cobertura y calidad de la educación, de la salud, del bienestar para el retiro, del empleo, etc., este solo dato ya nos demuestra que  los gobiernos del México independiente han sido incapaces de crear ese supuesto "sistema de autoprotección social para y con todas las personas que viven en el Estado" durante los casi 200 años que han gobernado; lo que es peor, el gobierno actual ha hecho tan mal el trabajo que la pobreza aumentó casi un 6% desde que tomó el poder.
     La segunda obligación de un gobierno desde la definición académica del concepto es "que sea seguro a largo plazo". Si bien esta condición se ha cumplido en algunos períodos prolongados de la Historia contemporánea del país, las decisiones de gobierno tomadas a partir del año 2006, y hasta la fecha, en materia de "seguridad" no solamente no garantiza ésta a largo plazo; ni siquiera la garantízan en el día a día de los habitantes del Estado. Para no tener que discutir este punto y evitarnos citar cientos, si no miles de ejemplos posibles, solamente hay que observar el estilo de vida de los gobernantes en materia de seguridad: Viven es casas vigiladas por legiones de guardaespaldas, se trasladan en vehículos blindados seguidos de escoltas, trabajan en oficinas custodiadas por pequeños ejércitos de granaderos o soldados, caminan rápido y rodeados de elementos de protección, y tienen que vacacionar en el extranjero; es decir, ni ellos mismos confían en la seguridad que proporciona su propio gobierno a las personas que vivimos en este país.
     La tercera condición obligatoria de un gobierno es que sea "autofinanciable". Basta con señalar que a casi 200 años de tener un país independiente el gobierno actual tiene una deuda pública de casi el 52% del Producto Interno Bruto (PIB) del país; es decir, el gobierno debe más de la mitad de lo que producimos TODOS los mexicanos en un año; lo que es peor, más de la mitad de lo que debe, se lo debe a inversionistas extranjeros según la revista Forbes. En el año 2006 la deuda del gobierno era aproximadamente del 15% del PIB; se duplicó en 6 años para alcanzar casi el 30% del PIB (durante el calderonato); en los 5 años siguientes (lo que va del peñato) la deuda ha crecido en 73%. Hay que tomar en consideración, para dimensionar este asunto, que el gobierno recibe cada año por concepto de impuestos una cantidad equivalente a calcular el 11% del PIB. Si comparamos su deuda con la situación que tendría una familia en condiciones similares, digamos que el ingreso de la familia sería de 11 mil pesos anuales y que no sólo se han gastado eso, sino que además, deben una cantidad equivalente a su ingreso total de casi 5 años; para pagar su deuda tendrían que trabajar 5 años sin comer ni gastar en otra cosa, sino en el pago de su deuda; el problema es que cada año se endeudan más en vez de pagar lo que deben. La conclusión es que el gobierno en México tampoco cumple con la obligación como gobierno de ser autofinanciable.
     La cuarta obligación de la misión de un gobierno es que sea "de muy buena calidad y sin corrupción". La calidad de los gobiernos en México debería ser evaluada tomando en consideración el cumplimineto de su misión como gobierno, de la forma en la que se describen en los párrafos anteriores. Queda claro que la calidad no solamente no es muy buena; más bien podría calificarse de muy mala. Por lo que se refiere a que un gobierno se supone "sin corrupción", nos sobran ejemplos de delitos de fraude electoral, desvío de recursos, enriquecimiento ilícito, simulación, asociación delictiva, crimen organizado, narcotráfico, etc., de los que existen señalamientos con evidencias, denuncias y/o procesos penales contra funcionarios públicos del más alto nivel, incluyendo a 15 gobernadores, secretarios de Estado, expresidentes y al mismo presidente de la República (Casa Blanca, Oderbrecht, OHL, Grupo Higa, Familia San Román, etc) para afirmar la exitencia evidente de una corrupción sistémica sorprendente y escandalosa de los gobiernos mexicanos.
     Como primera conclusión está muy claro que los gobiernos mexicanos, en general, y en especial los últimos dos gobiernos, no cubren ninguno de los requisitos fundamentales que los definirían como "gobierno" en su ascepción más básica. 
   Entonces, si los gobiernos mexicanos no pueden considerarse como tal por su incapacidad en el desempeño de su misión, ¿en qué clase de país estamos viviendo? A partir de este punto es oportuno revisar otra definición que puede darnos una idea para responder esta pregunta.
     Un Estado Fallido o un Estado que fracasa (de acuerdo con la difinición propuesta por la revista Foreign Policy) "es aquel en que el gobierno no tiene control real de su territorio, no es reconocido como legítimo por parte importante de la población, no ofrece seguridad interna y servicios públicos esenciales a sus ciudadanos, y no tiene monopolio del uso de la fuerza".
     Esto nos lleva más allá de no tener un gobierno en toda la extensión de la palabra. Es necesario revisar si, por lo menos, el Estado en que vivimos es, a estas alturas, un Estado viable; es decir, un Estado que, si  prevalecen las condiciones en las que se encuentra hoy, tiene futuro.
     ¿Es reconocido el gobierno como legítimo por la gran mayoría de la población? De acuerdo con los últimos sondeos de opinión realizados para el Congreso y para distintos medios de información, el nivel de aprobación del presidente y su gobierno oscila entre un 6 y un 12% de la población; es decir, que entre 88 y 94 de cada 100 mexicanos desaprueban la gestión del gobierno, pudiéndose inferir que una parte importante de ellos lo consideran, por lo menos, incompetente e inútil.
     ¿Ofrece el gobierno servicios públicos esenciales a los ciudadanos? Regresando a los indicadores de carencia social del CONEVAL nos damos cuenta que 22.4 millones de mexicanos tienen rezago educativo, 21.8 millones tienen carencia por falta de acceso a servicios de salud, 70.1 millones (el 60% de la población) tienen carencia por falta de acceso a seguridad social, 14.8 millones tienen carencia por falta de acceso a calidad y espacios de vivienda, 25.4 millones tienen carencia por falta de acceso a los servicios básicos de vivienda y 28 millones tienen carencia por falta de acceso a la alimentación (1 de cada 5 mexicanos). Revisando estos datos es evidente que el gobierno es incapaz de ofrecer servicios esenciales para, por lo menos,  uno de cada 5 mexicanos.
     ¿Tiene el gobierno control real de su territorio, ofrece seguridad interna y mantiene el monopolio del uso de la fuerza? Está muy claro que no es así. El crimen organizado fuera del gobierno; es decir, independiente de este, o de "iniciativa privada", comparte con el gobierno el control del territorio y el uso de la fuerza. En Estados como Tamaulipas, Guerrero, Michoacán y Sinaloa podríamos pensar que, de hecho, la primacía en control de territorio y uso de la fuerza los ejerce al crimen organizado y, en más de uno de ellos prácticamente mantiene la exclusiva. En el resto del territorio es evidente que no ofrece seguridad interna y comparte el uso de la fuerza con el crimen organizado.
     Como segunda conclusión podemos afirmar que México hoy es un Estado Fallido; uno que ha fracasado como Estado en virtud de la incapacidad de su gobierno para hacerlo viable.
     Pero, ¿cómo llegamos a esto?, ¿qué le pasó a un país que en los años 60's se consideraba como "el milagro mexicano", con una economía que en el año 2000 estaba ubicada como la novena de mayor tamaño en el mundo (hoy ha caído al lugar 16)?, ¿qué nos pasó?
     Podemos buscar el origen de las causas desde que el presidente Miguel Alemán canceló el avance de la política de desarrollo social construida por el general Lázaro Cárdenas, privilegiando así el auge de los negocios de la oligarquía de la época, pasando por encima de las leyes; y seguir  detectando causas de origen cuando el Presidente Díaz Ordaz decidió acabar con cualquier posibilidad de avance hacia la democracia y la libertad de expresión, enviando a los miembros de su estado mayor a disparar desde la azotea del edificio Chihuahua de Tlaltelolco contra soldados y estudiantes, generando una masacre de proporciones históricas; pasando por la "administración de la abundancia" derivada de la petrolización de la economía en los sexenios de Echeverría y López Portillo, que ocasionaron la debacle del sistema económico de 1982 y el cambio de política hacia la entrega de la economía a los Estados Unidos, iniciada por Salinas y su corte de tecnócratas incompetentes, incluyendo la "caída del sistema" y el fraude electoral que arrebató a la sociedad el cambio democrático por el que se votó en 1988. Todo esto ha tenido mucho que ver en la ecuación que da como resultado un Estado Fallido.
     A partir del salinato, los "genios" del gobierno supusieron que el bienestar social debería derivar del control de la economía por las fuerzas del mercado y fue ese su proyecto de nación de largo plazo: ninguno; era el mercado, y fundamentalmente la economía norteamericana, quienes derramarían sobre la población las mieles del bienestar social como por arte de magia, cancelando el desarrollo del mercado interno. Sin embargo, es a partir del año 2000, cuando la sociedad decidió cambiar las cosas por la vía del voto y el presidente Zedillo respetó la decisión de la mayoría, cuando se inicia la caída vertiginosa del Estado por el tobogán que lo llevó a fracasar como tal, y la causa no fue el cambio democrático, sino la falta de un proyecto de nación desde Salinas y lo que hicieron con el poder quienes lo recibieron a través del voto de la sociedad en el año 2000.
     La inconmensurable ignorancia e incapacidad de Fox como gobernante evitaron que se diseñara un proyecto de nación. El presidente se ocupó primero de enamorarse, de continuar privilegiando los intereses de la oligarquía y de crear un gobierno "Montessori" donde los miembros de su gabinete hacían lo que se les daba la gana sin rumbo compartido, coordinación o supervisión, con la consecuencia lógica de la pérdida de control sobre el Estado; y, después, se dedicó a hacer todo lo que estuvo en su mano, hasta violando la ley, para bloquear y cancelar la posibilidad de que la democracia se consolidara, promoviendo con los partidos políticos el debilitamiento del órgano de regulación electoral y operando, junto con su sucesor, un fraude electoral que terminó con el sueño democrático de la sociedad para los siguientes 6 años.
     Un cuestionado, defectuoso y poco inteligente Calderón que no podía validar su legitimidad en el poder, decidió operar el viejo truco de inventar una guerra, pero como pequeño tirano impulsivo, lo hizo sin información del enemigo, estrategia u objetivo. El resultado no solamente no pudo legitimarlo en el gobierno, sino que dejó una cuota injusta y enorme de sangre y corrupción para la sociedad, con una infiltración profunda del crimen organizado en las instituciones del Estado. Como si eso fuera poco, siguió el ejemplo de su "brillante" antecesor cogobernando con el PRI, privilegiando los negocios de familiares, amigos y empresarios sobre cualquier esfuerzo de desarrollo social. Al final cerró con broche de oro; como no supo qué hacer con el poder decidió devolvérselo al PRI para bloquear a la izquierda mexicana, y colaboró con los priistas en toda clase de actos y financiamientos ilegales de campaña que les permitieron comprar el voto de la población menos informada y más hambrienta, para instalarse en lo que quedaba del poder.
     El período de poder, que no de gobierno, ocupado desde el regreso de los políticos del PRI (2010 a 2018) se ha caracterizado por falta absoluta de rumbo y de proyecto de país,  corrupción escandalosa y descarada, carencia de dirección en las funciones más básicas de gobierno, falta de respeto absoluta a los derechos humanos y de libre expresión, repetición constante de mentiras y simulación, represión sistemática de medios y comunicadores que le son incómodos a los políticos, reformas mal estructuradas y orientadas a perpetuar el saqueo de las riquezas del país en beneficio de empresarios extranjeros y mexicanos afines al régimen, incluyendo exfuncionarios de gobiernos anteriores con ínfulas de empresarios. La debacle económica (73% de crecimiento de la deuda pública de 2010 a 2016, aumento de casi 3 millones de personas en situación de pobreza, el desmantelamiento de Pemex para vender el petróleo, etc.), la debacle moral (Casa Clanca, Odebrecht, OHL, Higa, Grupo San Roman, Yarrington, Duarte, etc.), y la debacle de seguridad y derechos humanos (Tlatlaya, Ayotzinapa, Apatzingán, Tanhuato, Ostula, Nochistlán, Arantepacua, etc.) han terminado el trabajo de fracaso del Estado que tan eficazmente habían comenzado los panistas.
     En el balance de estos dos últimos sexenios se cuentan sus legados: Más de 55 millones de pobres, más de 210 mil ejecutados, más de 31 mil desaparecidos, hasta ahora 855 fosas clandestinas con 35 mil cuerpos, las riquezas del país en unas cuantas manos privadas, 114 periodistas asesinados, una deuda que no vamos a poder pagar en muchos años, una pandilla de ricos que no pagan impuestos, un campo que no produce, un mercado interno improductivo, uno de cada 5 mexicanos con hambre, un presidente que ganó las elecciones "haiga sido como haiga sido" y otro que se refiere a la sociedad con un elegante "ningún chile les embona" o con un simpático "la crisis está en sus mentes".
     Según los académicos Acemoglu y Robinson en su libro "Porqué Fracasan los Países", para que las sociedades cambien de un sistema extractivo a uno incluyente tiene que darse una condición histórica de gran envergadura, que se ve favorecida por el avance de la tecnología.
     En México esta situación podría estarse dando por fin a partir de, fundamentalmente, dos eventos principales que se han vuelto simbólicos gracias a la tecnología de difusión por medio de las redes sociales y a temerarios periodistas independientes de los medios cómplices del "gobierno": (1) La corrupción descarada del presidente de la República que se hizo evidente con la difusión del asunto de la llamada Casa Blanca "adquirida por su esposa" de un contratista del gobierno y "devuelta" con una disculpa pública de parte del indefendible presidente; y (2) La desaparcición forzada de los 43 estudiantes de la normal Isidro Burgos de Ayotzinapa que se convirtió en la representación vigente de la situación del Estado mexicano y que, increiblemente, a mediados de 2017 solamente ha sido investigada con seriedad por una periodista, dado que todas las instancias del gobierno responsables de investigarla se han dedicado a bloquear y a desviar la investigación.
     El caso "Ayotzinapa" es tan representativa de la situación del gobierno y del Estado mexicano que podría servir como foto de perfil en la página de la presidencia de Mexico. Los resultados de la única investigación seria al respecto, presentan evidencias en el sentido de que un batallón del ejército mexicano fue a rescatar, por instrucciones del narco en la zona de Iguala, Guerrero, paquetes de cocaína por 2 millones de dólares de los autobuses que habían secuestrado los estudiantes y, a fin de que no quedaran testigos de ello, los desaparecieron con el apoyo de las Policías Federal, Ministerial, Estatal de Guerrero y Municipal de Iguala. En la investigación oficial el gobierno federal (Ejército y Marina) torturó a cientos de personas para que declararan en un sentido distinto a la verdad a fin de crear una "verdad histórica" por medio de la cual se exonerara al ejército y se desviara la atención del narco responsable hacia otro cartel distinto.
     Es muy probable que estos dos asuntos simbólicos, que coronan el legado de los últimos dos gobiernos, constituyan la condición histórica de gran envergadura que necesita la sociedad mexicana para dar un golpe de timón en el desarrollo de México; un golpe de timón que no lo puede dar un gobierno que no exise como tal, sino sólo como instrumento de saqueo para unos cuantos. Un golpe de timón que tendrá que dar la sociedad por sí misma para construir un Estado viable en el presente y en el futuro, arrancando desde muy abajo.
     Son útiles las palabras de Amartya Sen para comenzar a diseñar un proyecto de país donde quepamos todos: El desarrollo es, fundamentalmente, un proceso de devolución de poder a la ciudadanía. El desarrollo sostenible es el que satisface las necesidades de las generaciones presentes, sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer sus propias necesidades; por lo tanto el desarrollo sostenible exige que la siguiente generación a la nuestra reciba lo que necesite para alcanzar un nivel de vida, al menos, tan bueno como el nuestro y pueda ocuparse de la generación siguiente de manera similar.

lunes, 30 de enero de 2017

La Dictadura Mexicana

¿De dónde viene el poder?

   En México vivimos en un Sistema Extractivo desde la época precolombina; es decir, un sistema de organización política y social diseñado para el saqueo del territorio por medio de la explotación de su población en beneficio de una élite de sujetos que mantienen el control de las instituciones y el poder para utilizarlas en su provecho.
   El conjunto de instituciones existentes en un sistema extractivo es manejado a criterio de la élite en el poder y aplica las reglas selectivamente; de una forma cuando se trata de castigar o premiar a los miembros de dicha élite y su grupo cercano, y de otra cuando se trata del resto de la población.
   Los mecanismos aplicados para el funcionamiento de un sistema extractivo evitan que la población en general, destinada a producir bienes y servicios que son materia de saqueo por parte de la élite dominante, tenga acceso a los beneficios que estos bienes y servicios producen.
   La ley es la misma para todos, pero su aplicación no lo es. La permanencia en el cargo de quien la aplica no depende de la imparcialidad en la aplicación de la misma, sino de que éste satisfaga los deseos e instrucciones de quien lo designó en el cargo. En caso de que este principio se viole, el encargado de la aplicación de la ley se convierte en sujeto al que se le aplicará dicha ley de acuerdo con los deseos e instrucciones, en su contra, que dicte quien originalmente lo designó en el puesto. Mediante este mecanismo se preserva la impunidad de los miembros de la élite en el poder y de sus allegados, y se asegura que el resto de la población sea castigado por la comisión de algún delito, incluyendo como tal el hecho de tratar de evitar ser sujeto de saqueo.
   Este sistema operó desde la época de los aztecas, después fue adaptado y mejorado para optimizar el saqueo durante La Colonia, la Independencia la Reforma, el Porfiriato, el México post-revolucionario, el México Moderno y el México Contemporáneo. En cada etapa el sistema no cambió para convertirse en una democracia incluyente; solamente se adaptó y ajustó su maquinaria para continuar como una máquina eficiente de saqueo soportada en instituciones diseñadas y perfeccionadas para este objetivo. Lo único que fue cambiando en cada etapa fueron los grupos de sujetos a cargo del saqueo hasta llegar a nuestros días, en los que un solo mexicano concentra una riqueza equivalente al 6% del PIB, 37 familias concentran el 30% del PIB y alrededor de 1,500 familias son dueñas de prácticamente todo lo que vale algo; el resto de los 120 millones de mexicanos que aún residen en México trabaja para ellos, o más bien, es pródigamente saqueado por ellos y por quienes ellos colocan en la cúpula de la “administración pública”.
    Este modelo extractivo perfeccionado del México contemporáneo simula un sistema de aparente democracia (basada en la compra de votos) y partidos políticos (sin ideología) que la ha mantenido funcionando bastante bien para el grupo que controla el saqueo, hasta que apareció en escena la nueva tecnología de comunicación que, como tecnología, ha sido común denominador en todos los cambios de sistemas extractivos a sistemas incluyentes en la historia.
   En este artículo hemos decidido conservar el término “dictadura” para definir al grupo que controla el saqueo en nuestra sociedad nacional y a sus cómplices representantes en el gobierno, porque de hecho es una dictadura oligárquica.
   A continuación el análisis del origen del poder de este tipo de dictaduras rescata el contenido de parte de la obra de Gene Sharp, De la Dictadura a la Democracia, que ha servido de manual de base para el derrocamiento de dictaduras en todo el mundo, complementada con textos adicionales y adaptada para el caso mexicano, sin que por eso excluya cualquier otro en el que prive una situación similar.

¿De dónde viene el poder?

   Lograr una sociedad con libertad y paz no es, por supuesto, una tarea sencilla. Requiere gran habilidad estratégica, organización y planificación. Sobre todo, requerirá energía. Los demócratas no pueden esperar derribar una dictadura y establecer la libertad política sin la capacidad de aplicar su propio poder de manera efectiva.
   Pero, ¿cómo es esto posible? ¿Qué tipo de poder puede movilizar la oposición democrática que será suficiente para destruir la dictadura y sus vastas redes militares y policiales? Las respuestas se encuentran en una comprensión a menudo ignorada del poder político. Aprender esta visión no es realmente una tarea tan difícil. Algunas verdades básicas son bastante simples.

La fábula del "maestro del mono"

   Por ejemplo, una parábola china del siglo XIV de Liu-Ji esboza bastante bien esta comprensión descuidada del poder político (1):
   En el estado feudal de Chu un hombre viejo sobrevivió guardando los monos en su servicio. El pueblo de Chu lo llamó "ju gong" (maestro de mono).
   Cada mañana, el anciano reunía los monos en su patio, y ordenaba al mayor que llevara a los demás a las montañas a recoger frutos de arbustos y árboles. Era la regla que cada mono tenía que dar una décima parte de su colección al viejo hombre. Aquellos que no lo hicieran serían azotados sin piedad. Todos los monos sufrían amargamente, pero no se atrevían a quejarse.
   Un día, un pequeño mono preguntó a los otros monos: «¿El viejo plantó todos los árboles frutales y arbustos?» Los demás dijeron: «No, crecieron naturalmente.» El pequeño mono preguntó: ¿Podemos tomar los frutos sin el permiso del viejo? "Los otros respondieron:" Sí, todos podemos. "El pequeño mono continuó:" Entonces, ¿Por qué debemos depender del anciano?; ¿Por qué le servimos todos? "
   Antes de que el pequeño mono pudiera terminar su declaración, todos los monos de repente se iluminaron y despertaron.
   En la misma noche, viendo que el viejo se había quedado dormido, los monos derribaron todas las barricadas de la empalizada en que estaban confinados, y destruyeron completamente la empalizada. También tomaron los frutos que el anciano tenía almacenados, los llevaron a los bosques y nunca regresaron. El viejo murió finalmente de hambre.
   Yu-li-zi dice, "Algunos hombres en el mundo gobiernan a su gente por trucos y no por principios rectos. ¿No son como el maestro de los monos? Ellos no son conscientes de su confusión. Tan pronto como su gente se ilumina, sus trucos ya no funcionan”.

Fuentes necesarias de poder político

    El principio es simple. Los dictadores requieren la ayuda del pueblo que gobiernan, sin el cual no pueden asegurar y mantener las fuentes del poder político. Estas fuentes de poder político incluyen:
  • La autoridad, la creencia entre el pueblo de que el régimen es legítimo, y que tienen el deber moral de obedecerlo;
  • Recursos humanos, número e importancia de las personas y grupos que están obedeciendo, cooperando o prestando asistencia a los gobernantes;
  • Habilidades y conocimientos que el régimen necesita para llevar a cabo acciones específicas, suministrados por las personas y grupos colaboradores;
  • Factores intangibles, factores psicológicos e ideológicos que pueden inducir a la gente a obedecer y asistir a los gobernantes;
  • Recursos materiales, el grado en que los gobernantes controlan o tienen acceso a la propiedad, recursos naturales, recursos financieros, sistema económico y medios de comunicación y transporte; y
  • Sanciones, castigos, amenazas o aplicación contra los desobedientes y no cooperativos para asegurar la sumisión y cooperación que sean necesarias para que el régimen exista y lleve a cabo sus políticas.

    Sin embargo, todas estas fuentes dependen de la aceptación que se tenga del régimen, de la sumisión y obediencia de la población y de la cooperación de innumerables personas y de las numerosas instituciones de la sociedad. Estos no están garantizados.
   La plena cooperación, la obediencia y el apoyo aumentarán la disponibilidad de las fuentes de poder necesarias y, en consecuencia, ampliarán la capacidad de poder de cualquier gobierno.
   Por otra parte, la retirada de la cooperación popular e institucional con los agresores y los dictadores, disminuye y puede disuadir la disponibilidad de las fuentes de poder de las que dependen todos los gobernantes. Sin la disponibilidad de esas fuentes, el poder de los gobernantes se debilita y finalmente se disuelve.
   Naturalmente, los dictadores son sensibles a las acciones e ideas que amenazan su capacidad de hacer lo que les gusta. Por lo tanto, los dictadores pueden amenazar y castigar a quienes desobedecen, fracasan o no cooperan. Sin embargo, ese no es el final de la historia. La represión, e incluso las brutalidades, no siempre producen la reanudación del grado necesario de sumisión y cooperación para que el régimen funcione.
   Si, a pesar de la represión, las fuentes de poder pueden ser restringidas o cortadas por un tiempo suficiente, los resultados iniciales pueden ser incertidumbre y confusión dentro de la dictadura. Eso es probable que sea seguido por un claro debilitamiento del poder de la dictadura. Con el tiempo, la retención de las fuentes de poder puede producir la parálisis y la impotencia del régimen, y en casos severos, su desintegración. El poder de los dictadores morirá, lenta o rápidamente, de la inanición política.
   El grado de libertad o tiranía en cualquier gobierno es, en consecuencia, reflejo en gran medida de la determinación relativa de los sujetos a ser libres y su voluntad y habilidad para resistir los esfuerzos para esclavizarlos.
   Contrariamente a la opinión popular, incluso las dictaduras totalitarias dependen de la población y de las sociedades que gobiernan. Como lo señaló el politólogo Karl W. Deutsch en 1953 (2): “El poder totalitario es fuerte sólo si no tiene que usarse con demasiada frecuencia. Si el poder totalitario debe ser utilizado en todo momento contra toda la población, es poco probable que siga siendo poderoso por mucho tiempo. Dado que los regímenes totalitarios requieren más poder para tratar con sus súbditos que otros tipos de gobierno, estos regímenes tienen mayor necesidad de hábitos de cumplimiento amplios y confiables entre su gente; más que eso, tienen que contar con el apoyo activo de al menos partes significativas de la población en caso de necesidad.”
   El teórico jurídico del siglo XIX inglés, John Austin (3), describió la situación de una dictadura enfrentada a un pueblo descontento. Austin argumentó que si la mayor parte de la población estuviera determinada a destruir el gobierno y estuviera dispuesta a soportar la represión para hacerlo, entonces el poder del gobierno, incluyendo aquellos que lo apoyaban, no podría preservar al odiado gobierno, incluso recibiendo ayuda de otros países. El pueblo desafiante no podría ser forzado a volver a la obediencia y sujeción permanente.
   Niccolo Machiavelli (4) había argumentado ". . . Quien tiene al público como un todo para que su enemigo nunca pueda hacerse seguro; Y cuanto mayor es su crueldad, más débil se vuelve su régimen."
   Etienne de la Boétie fue todavía más claro al apuntar (5): “A un tirano no hay necesidad de combatirlo, de debilitarlo, por sí sólo se anula, pero para ello es necesario que el país no consienta la servidumbre. No es menester quitarle nada, pero tampoco darle nada. No es necesario que el país se tome nada para sí, pero tampoco que haga nada contra sí. Son los pueblos mismos quienes se dejan, o más bien, se hacen dominar, puesto que cesando de servir serían libres”
   La aplicación práctica de estas ideas fue demostrada por los heroicos miembros de la resistencia noruega contra la ocupación nazi y por los valientes polacos, alemanes, checos, eslovacos y muchos otros que se resistieron a la agresión comunista y a la dictadura; y, finalmente ayudó a producir el colapso del régimen comunista en Europa. Esto, por supuesto, no es un fenómeno nuevo: los casos de resistencia no violenta se remontan al menos a 494 A.C., cuando los plebeyos retiraron la cooperación de sus maestros patricios romanos. La lucha no-violenta ha sido empleada en varias ocasiones por los pueblos de Asia, África, América, Australasia y las islas del Pacífico, así como Europa.
   Tres de los factores más importantes para determinar hasta qué punto el poder de un gobierno será controlado o no controlado son: (A) el deseo relativo de la población de imponer límites al poder del gobierno; (B) la fuerza relativa de las organizaciones e instituciones independientes del poder en manos de la ciudadanía para retirar colectivamente las fuentes de poder; Y (C) la capacidad relativa de la población para mantener su apoyo y convicción.

Centros de poder democrático

   Una característica de una sociedad democrática es que existen independientes del Estado una multitud de grupos no gubernamentales y de instituciones. Por ejemplo, las familias, las organizaciones religiosas, las asociaciones culturales, los clubes deportivos, las instituciones económicas, los sindicatos, las asociaciones estudiantiles, los partidos políticos, las aldeas, las asociaciones vecinales, los clubes de jardinería, las organizaciones de derechos humanos, los grupos musicales, las sociedades literarias y otros. Estos organismos son importantes para cumplir sus propios objetivos y para ayudar a satisfacer las necesidades sociales.
   Además, estos cuerpos tienen un gran significado político. Proporcionan bases colectivas e institucionales mediante las cuales las personas pueden ejercer influencia sobre la dirección de su sociedad y resistirse a otros grupos o al gobierno cuando se ve que interfieren injustamente en sus intereses, actividades o propósitos. Los individuos aislados, no miembros de tales grupos, por lo general son incapaces de hacer un impacto significativo en el resto de la sociedad, y mucho menos en un gobierno, y ciertamente no en una dictadura.
   En consecuencia, si la autonomía y la libertad de tales grupos pueden ser arrebatadas por los dictadores, la población estará relativamente indefensa. Además, si estas instituciones pueden ser dictatorialmente controladas por el régimen central o reemplazadas por nuevas controladas, pueden ser utilizadas para dominar tanto a los miembros individuales como a las áreas de la sociedad.
   Sin embargo, si la autonomía y la libertad de estas instituciones civiles independientes (fuera del control gubernamental) pueden ser mantenidas o recuperadas, son muy importantes para la aplicación del desafío político. La característica común de los ejemplos citados en los que las dictaduras se han desintegrado o debilitado ha sido la valiente aplicación masiva del desafío político por parte de la población y sus instituciones.
   Como se ha dicho, estos centros de poder proporcionan las bases institucionales a partir de las cuales la población puede ejercer presión o puede resistir los controles dictatoriales. En el futuro, formarán parte de la base estructural indispensable para una sociedad libre. Su continuada independencia y crecimiento es a menudo un prerrequisito para el éxito de la lucha de liberación.
   Si la dictadura ha tenido mucho éxito en la destrucción o control de los organismos independientes de la sociedad, serán aquellas que resistan las que sirvan para crear nuevos grupos e instituciones sociales independientes, o para reafirmar el control democrático sobre los cuerpos supervivientes o parcialmente controlados. Durante la Revolución Húngara de 1956-1957 se formó una multitud de consejos de democracia directa, incluso uniéndose para establecer durante algunas semanas todo un sistema federado de instituciones y gobernanza. En Polonia, a finales de los años ochenta, los trabajadores mantuvieron sindicatos ilegales de Solidaridad y, en algunos casos, asumieron el control de los sindicatos oficiales, dominados por los comunistas. Estos desarrollos institucionales pueden tener consecuencias políticas muy importantes.
   Por supuesto, nada de esto significa que debilitar y destruir las dictaduras es fácil, ni que todo intento tendrá éxito. Ciertamente no significa que la lucha será libre de bajas, porque los que siguen sirviendo a los dictadores es redoblarán sus esfuerzos por obligar a la población a reanudar la cooperación y la obediencia.
   Sin embargo, la comprensión del poder mencionada anteriormente significa que la desintegración deliberada de las dictaduras es posible. Las dictaduras en particular tienen características específicas que las hacen muy vulnerables a un desafío político hábilmente implementado.

Examinemos estas características con más detalle en el siguiente artículo

Notas:
(1) Esta historia, originalmente titulada "Rule by Tricks" es de Yu-li-zi de Liu Ji (1311-1375) y ha sido traducida por Sidney Tai, todos los derechos reservados. Yu-li-zi es también el pseudónimo de Liu Ji. La traducción fue publicada originalmente en Nonviolent Sanctions: News from the Albert Einstein Institution (Cambridge, Mass.), Vol. IV, No. 3 (Invierno 1992-1993), pág. 3.
(2) Karl W. Deutsch, "Grietas en el monolito", en Carl J. Friedrich, ed., Totalitarismo
(Cambridge, Massachusetts, Harvard University Press, 1954), páginas 313 - 314.
(3) John Austin, Conferencias sobre Jurisprudencia o la Filosofía del Derecho Positivo (Quinta edición, revisada y editada por Robert Campbell, 2 vol., Londres: John Murray, 1911 [1861]), vol. Yo, p. 296.
(4) Niccolo Machiavelli, "Los discursos sobre los primeros diez libros de Tito Livio", en Los discursos de Nicolás Maquiavelo (Londres: Routledge y Kegan Paul, 1950), vol. Yo, p. 254.
(5) Etienne de la Boétie, “Discurso de la Servidumbre Voluntaria”
(6) Véase Gene Sharp, La política de la acción noviolenta (Boston: Porter Sargent, 1973), p. 75 y passim para otros ejemplos históricos.


martes, 24 de enero de 2017

Para Enfrentar a Trump

“A un dictador no se le halaga, se le enfrenta”

Para negociar la relación comercial entre México y Estados Unidos

Salvo por extrañas excepciones, el gobierno de México tiene una larga historia de sumisión con los Estados Unidos por una razón de fondo; nuestra clase gobernante siempre está más ocupada en conseguir negocios personales o gremiales para sus bolsillos y los de sus amigos, que en el beneficio de los mexicanos y de sus instituciones.

El caso inminente de hoy no es una excepción; de hecho es mucho más riesgoso porque nos enfrentamos a un sujeto que tiene una inteligencia emocional y una preparación intelectual e informativa de un ignorante estudiante malcriado de primaria, que se medirá un equipo del gobierno encabezado por un grupo de ególatras también ignorantes con vocación de saqueadores sin consciencia de la realidad que vive el país.

El escenario no puede ser más desfavorable en función de sus participantes, pero no sería tan dramático si este gobierno mexicano, mediocre, débil, inconsciente y sin calidad moral entendiera que la posición negociadora de México presenta bastantes más ventajas de las que se piensa para acorralar al chivo en cristalería que ocupa la Casa Blanca (la de Washington).

Trump ha empezado a tomar medidas ridículas que más que dañar de golpe a  la débil economía mexicana que han malgestionado los ineptos funcionarios mexicanos, son estrategias de publicidad terrorista.

Sus primeras acciones han sido amenazar a las armadoras de autos y auto partes instaladas en México,  principal fuente de ingresos del país en productos manufactureros, con incrementos de aranceles que pueden revertir la conveniencia de su permanencia en este país, tratando de obligarlas a mudar sus operaciones a territorio americano. Aunque sólo una accedió este capricho (Ford) y otra está en el coqueteo (Chevrolet), todas las demás no lo tomaron en cuenta; sin embargo, la respuesta sólo de Ford tiró sustancialmente la cotización del peso en un día.

Ya comenzó su política, o motivación por llamarle de alguna forma, de rechazar productos perecederos en la frontera, como el aguacate Jalisciense.

Ya presumió, como auténtica bala perdida en las relaciones internacionales, que empieza de inmediato a construir el muro de la frontera, por demás medida inútil e infantil pero muy publicitaria.

Ya dijo que intensificará las deportaciones, aunque por ahora se concentrará en inmigrantes ilegales con antecedentes penales.

Pues bien, TLC o no, este es el momento de que alguien en el gobierno mexicano haya hecho su tarea y tenga los pantalones que se requieren para hablar fuerte y claro a la administración Trump, empezando por su yerno a quien va a mandar a “negociar” el TLC, para ENFRENTAR AL DICTADOR,  dejar de halagarlo y explicarle con manzanas las cosas  que su profunda ignorancia y ligereza no le permiten comprender al cerebro de un desarrollador inmobiliario tramposo como Trump.

Para empezar, se le dice al yerno que le comunique a su suegro lo siguiente:

1.       Si tu no cancelas tu estrategia de amenazas a las empresas instaladas en México con imponerles aranceles adicionales para que sus productos crucen tu frontera, yo (México) mañana mismo hago un trato de condonación de impuestos compensatorio con todas esas empresas a cambio de que incremente sustancialmente los sueldos y prestaciones laborales de los empleados mexicanos y les ofrezco las mejores condiciones tributarias para su expansión ilimitada dentro México. Además, cancelo todos mis contratos de compra de gasolina con los Estados Unidos (que representan el 62% de nuestro consumo interno), hundo en una crisis laboral profunda a tu economía petrolera de Texas y me voy a comprar a otra parte. Te cancelo también todas las ventas de petróleo y gas natural que hacemos a tu país para que tengas que comprar en otro lado pagando precios más altos de transporte.

2.       Si tu no cancelas tu estrategia de prohibir la entrada de productos mexicanos a tu país, yo (México), mañana mismo retiro los 46 billones de dólares que tengo invertidos de mis reservas internacionales en bonos de tu gobierno, los cambio a Yuanes, Francos Suizos o cacahuates garapiñados  y negocio con China y otros países “que te quieren mucho” para que hagan lo mismo, y a la larga termines con un dólar que valga, si te va bien, la mitad de su cotización actual en el mercado internacional,

3.       Si tú no cancelas la decisión inútil, impráctica y estúpida de construir un muro en la frontera yo (México), mañana mismo cancelo todas las restricciones que tengo para que cualquiera en el mundo consiga una Visa Mexicana y corras un enorme riesgo de recibir de este lado de la frontera a una cantidad indeterminada de sujetos indeseables que pueden terminar poniendo en serio riesgo tu seguridad nacional, a pesar del muro.

4.       Si tu continúas con tu política y tu publicidad de deportaciones indiscriminadas contra mexicanos yo (México), mañana mismo negocio en mi país con quien tenga que hacerlo para que se detenga completamente el suministro de drogas a Estados Unidos durante 3 meses, y te creo un problema de salud pública y de violencia callejera descontrolada a partir de los 45 millones de adictos que son ciudadanos norteamericanos; y después, me encargo de que te inunden el mercado con toda esa droga para crearte otro problema incontrolable de salud pública y de inseguridad interna permanente.

5.       Si pretendes cancelar nuestros beneficios en el TLC yo (México), mañana mismo  cancelo de un plumazo todas las concesiones e inversiones en petróleo, gas natural, distribución de hidrocarburos, minería, energía, telefonía y todo lo que se me ocurra para que ninguna empresa norteamericana, o filiales de ellas, tenga acceso a estas concesiones, y las otorgo a empresas europeas y asiáticas. Además de implementar medidas restictivas severas a tus instituciones financieras para que tengan que limitar la transferencia de sus utilidades a tu país, y a cambio las tengan que invertir en México si quieren seguir operando.

Después hay más, pero para empezar, vamos a ver quién sería el bully en la negociación para enfrentar al dictador en el primer round.

El problema es ¿quién lo va a hacer?: ¿Videgaray?, tapete de Trump; ¿Guajardo?, comprobado incompetente; ¿Mead? El milusos especialista de nada, ¿Peña Nieto? Que no hila una frase competa coherentemente, ¿o cualquier otro ínclito funcionario mexicano a quien la CIA le tiene un expediente con información que lo puede mantener en la cárcel por mil años?

De que hay una forma la hay y esta no es ponerse de tapete para que te pisen. Faltan pantalones, cerebros e integridad moral, atributos que ninguno de estos personajes del gobierno mexicano puede aportar en el encuentro.


Hoy el verdadero peligro para México no es Trump, 
es el gobierno de México


domingo, 14 de junio de 2015

Punto de Vista

   Observamos la realidad desde la butaca que nos fue destinada para ello; sin embargo, generalmente no somos conscientes de que el universo ha preparado un espectáculo especial para cada uno de nosotros, que solamente puede percibirse desde esa ubicación particular que ocupa cada individuo.
   Lo que vemos, oímos, tocamos, olemos, saboreamos, pensamos o sentimos solamente puede ser como es, desde la butaca de cada quién. Nadie más puede vivir esa experiencia en tiempo y forma idéntica a como la vive uno.
   Nuestras opciones en este escenario son vastas. Podemos decidir ignorarlo y recordar el pasado o imaginar el futuro; podemos juzgar a los demás porque no perciben la realidad como lo hacemos nosotros; podemos tratar de convencer, y hasta intentar obligar a otros a ver lo que yo veo, a sentir lo que yo siento y, hasta a hacer lo que yo quiero.
   Así es la libertad que nos da la realidad para percibirla como decidamos hacerlo; al final, esa decisión también es parte de la experiencia, privada e individual, configuarada para cada persona por la inteligencia cósmica.
   Esa alternativa libre de decidir la creación de una realidad individual a través de nuestra propia percepción nos dota de la capacidad de prestar atención a voluntad, y esa voluntad de prestar atención a una cosa u otra, construye la experiencia que vivimos en cada momento de nuestra existencia. 
   Lo más sorprendente es que no importa hacia dónde nuestra voluntad decida poner atención, mientras estamos en la butaca que nos tocó dentro de este majestuoso teatro cósmico, el singular espectáculo que se ofrece a nuestros sentidos continúa desarrollándose sin detenerse un sólo segundo. 
   Al final, es nuestra libre decisión participar en él, atendiendo conscientemente la maravillosa puesta en escena  que el cosmos se ha tomado la molestia de preparar para que lo hagamos, así como lo es también permanecer en el teatro ignorando su existencia, como si eso detuviera la función.