sábado, 2 de febrero de 2019

Del Influyentismo al Incluyentismo


La Miopía de Los Mercados

     Cuando el desarrollo se pone en manos de los mercados (las empresas), éstos trabajan eficazmente para generar beneficios económicos en el corto plazo y se concentran en los grupos de personas que les van a reportar utilidades al menor costo posible. El modelo se basa en la relación costo/beneficio financiero. La menor inversión con la mayor utilidad posibles.
     Donde se aplica el modelo neoliberal, en el corto plazo se experimenta un crecimiento acelerado en el número de consumidores, concentrado en las áreas geográficas y en los grupos de personas donde se puede obtener el mayor beneficio financiero al menor costo posible (ciudades con clases medias y altas). En el mediano plazo se observa un bajo crecimiento de consumidores con un aumento en los niveles de consumo derivado del mayor gasto realizado por los mismos consumidores que están incluidos en el modelo. En el largo plazo el modelo prácticamente ya no incorpora nuevos consumidores, pero derivado de la concentración del dinero en poca gente, los niveles de consumo de estas personas continúan aumentando. Los productos y servicios se adaptan a esta dinámica y se van convirtiendo en mercancías de corta duración y desecho rápido  para incentivar el incremento en los niveles de gasto de la poca gente que está incluida en la dinámica del consumo. El modelo te recluta a bajo costo, te adoctrina y te explota para obtener la utilidad máxima posible.
     Para lograr la permanencia del modelo, como no es tan rentable desarrollar nuevos consumidores entre la población alejada o la de bajos ingresos, en Neoliberalandia (el mundo ideal del neoliberalismo), debería ser el gobierno neoliberal el encargado de hacerlo con una parte de los impuestos, así como de fomentar entre ellos los “valores” del individualismo, el consumismo y la eficiencia por medio de una “educación” ad hoc.
     Aquí es precisamente donde el modelo falla. En países con bajos niveles de corrupción, el gobierno va incorporando al bienestar a su población alejada y pobre; sin embargo, no le hace el juego en la educación al modelo; educa a sus gobernados en valores humanos, ética, civismo, cuidado de la comunidad, cultura y tradiciones propias, y esta gente educada así no es proclive a ser manipulada por la dinámica del consumo desenfrenado. Por otro lado, en países con altos niveles de corrupción, los gobiernos se coluden con las corporaciones para permitirles la evasión de los impuestos, y la mayoría de los que sí se recaudan son robados o dispendiados; por lo tanto, no se aplican para promover la inclusión de personas pobres y alejadas a la dinámica del consumo. En cualquiera de los dos escenarios el modelo tiende a autodestruirse; Neoliberalandia no deja de ser una utopía del consumo y del individualismo.
     En México, que ha sido el caso de gobiernos neoliberales con enormes niveles de corrupción, el dinero de los impuestos captados no les alcanzó para robárselo y al mismo tiempo para poder incluir al bienestar a la población pobre y alejada. Hoy se encuentra, por ejemplo, con 51% de la población en pobreza, viviendo por debajo de la línea de bienestar (68 millones de pobres), el 75% del territorio sin conectividad (acceso a Internet) y solo 54 millones de personas (40% de la población) con acceso a algún producto financiero.
     A partir de la caída de los gobiernos neoliberales en México, la nueva administración intenta incorporar al bienestar y al desarrollo a las personas en situación de pobreza y a aquellas que viven alejadas y que tienen ingresos bajos o nulos. Las primeras acciones tomadas para empezar a hacerlo incluyen la entrega de apoyos económicos a través de varios programas sociales y productivos. Sin embargo, dados los altos niveles de corrupción que padece el aparato gubernamental, ha decidido hacerlo directamente desde la Tesorería de la Federación a cuentas  bancarias de las personas beneficiadas por medio de una tarjeta o “monedero electrónico”. Uno de los dos problemas principales al que se enfrenta esta administración para aplicar la estrategia mencionada es que las aproximadamente 13 mil sucursales bancarias (1) no cubren todas las plazas en las que viven los beneficiarios y, mientras desarrolla el banco del Estado (Bansefi) para que logre la cobertura necesaria, va a tener que utilizar las más cercanas que tiene la banca comercial, lo que es menos malo que correr el riesgo de que el dinero “se pierda” en el proceso de entrega a los beneficiarios si se hiciera en efectivo y/o a través de otros intermediarios. El otro problema mayor que enfrenta en esta estrategia es que el 75% del territorio no cuenta con conectividad y esto impide que cualquier sucursal bancaria que se instale en esa parte del territorio nacional pueda operar las transferencias del gobierno sin Internet.

Inclusión Financiera y Conectividad: Dos motores poderosos en el desarrollo de la transformación de México

     De tal suerte que la nueva administración ha decidido, en 2019, proporcionar conectividad a todo el territorio nacional para poder establecer sucursales de Bansefi, a quien van a renombrar como El Banco del Bienestar, en todas las cabeceras municipales alejadas en el país y, mientras esto sucede, proporcionará inclusión financiera por medio de las tarjetas bancarias a, aproximadamente, 25 millones de personas que no tienen hoy acceso a algún producto financiero.
     Para darnos una idea de lo que esto representa en términos de inclusión al desarrollo basta con revisar algunas cifras y conceptos al respecto.
     Tanto la inclusión financiera como la conectividad son consideradas por el Banco Mundial y por un buen número de análisis socio-económicos académicos como dos de los principales factores detonantes del desarrollo y del bienestar de los pueblos (2). La inclusión financiera da acceso al ahorro, al financiamiento y a medios de pago eficientes que promueven el consumo y la inversión; por su parte, la conectividad permite a la población acceder a la información, la educación, la cultura y la comunicación entre las personas, promueve la inversión y el consumo.

La importancia de estas medidas se aprecia en su dimensión

     Durante el último período de gobierno neoliberal, entre 2012 y 2018 fueron incluidos en el acceso a los servicios financieros 14.6 millones de personas; un promedio de 2.4 millones cada año. En este crecimiento la mayor aportación la hizo la apertura de cuentas "Saldazo" por medio de la asociación entre un banco comercial y una cadena de “tiendas de conveniencia”, que incorporó alrededor de 7 millones de usuarios; es decir, prácticamente la mitad del crecimiento.
     Sólo en el 2019 se van a incluir en los servicios financieros a, aproximadamente, 25 millones de personas; es decir, más de 10 veces el número de personas que se venía incluyendo anualmente en promedio y prácticamente la misma cantidad de personas que se incluyeron durante los últimos 12 años de gobiernos neoliberales.
     Hoy existen 54 millones de mexicanos incluidos en estos servicios, pero durante 2019 seremos 79 millones, una cifra equivalente al total de la población entre 18 y 70 años de edad que representa al 60% de la población total del país (más de 20 millones son menores de 5 años o mayores de 70). Es de notarse que son precisamente 25 millones de personas de entre 18 y 70 años las que no tienen actualmente acceso a ningún servicio financiero y prácticamente la misma cantidad reportada como personas no vulnerables o en situación de pobreza (30 millones) el número de personas que tienen acceso a más de un servicio financiero.
     Por otro lado, el aumento de personas con acceso a Internet fue de 1.4 millones en 2016 y de 3.2 millones en 2017. Hoy sólo 72 millones de mexicanos tienen acceso a Internet. Si consideramos que alrededor de 9 millones de los aproximadamente 133 millones de habitantes son menores de 5 años de edad, la conectividad en el 100% del territorio nacional va a dar la oportunidad a que otros 52 millones de personas mayores de 5 años (42% de la población mayor de 5 años) tengan acceso a la información, a la cultura, a la educación y a la comunicación directa desde cualquier punto del país.
     Revisando las cifras anteriores podemos concluir que estas acciones representan enormes avances hacia la inclusión y el desarrollo en un tiempo record, inéditos a lo largo de toda la historia nacional, que modifican sustancialmente el perfil socio-económico de México y la expectativa de crecimiento en el mediano plazo (3).
     Es de llamar la atención que las críticas al gobierno actual se concentren en temas menores, cuando estas acciones son uno de los más caros sueños del sistema neoliberal, pues estarían contando con 25 millones de consumidores potenciales nuevos este año, conectividad para establecerse donde quisieran y 54 millones de personas más con posibilidad de tener acceso a sus campañas de publicidad. Sin embargo, está claro que estas medidas van acompañadas de una reestructuración educativa orientada hacia la promoción de los valores de honestidad, ética, civismo, desarrollo humano y espiritual, respeto a la comunidad, cultura y tradiciones propias, que van a impedir que la gente sea proclive a la manipulación hacia la dinámica del consumo desenfrenado.
     Sin embargo, no deja de ser una gran noticia para las empresas y corporaciones, incluso fuera de la dinámica neoliberal depredadora, porque se va a favorecer poderosamente la inversión y el consumo.

Referencias:

1.- Jorge Sánchez Tello y Guillermo Zamarripa (2015) Análisis sobre la infraestructura bancaria en México. Fundación de Estudios Financieros FUNDEF, A.C.
2.- (a) Clarke G., Xu L.C., Zou H. (2006). Finance and income inequality: What do the data tell us?. Southern Economic Journal; (b) Forbes K. (2000). A reassessment of the relationship between inequality and growth. American Economic Review; (c) Honohan P. (2004). Financial development, growth and poverty: How close are the links. In: Goodhart C.(ed) Financial Development and Economic Growth: Explaining the links. London, Palgrave; (d) Jacoby H., Skoufias E. (1997). Risk, financial markets, and human capital. Review of Economic Studies; (e) Levine R., Loayza N., Beck T. (2000). Financial intermediation and growth: Causality and causes. Journal of Monetary Economics; (f) UNU-WIDER. (2005). World Income Inequality Database, Version 2.0a.
3.- (a) Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI); (b) Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL)

miércoles, 23 de enero de 2019

El Cerebro Neoliberal y La Resistencia al Cambio


Neuroplasticidad

     La neuroplasticidad es la capacidad que tiene el sistema nervioso para experimentar cambios estructurales y funcionales detonados por influencias endógenas o exógenas, las cuales pueden ocurrir en cualquier momento de la vida.
     El entrenamiento y la experiencia provocan que el cerebro cambie desde el punto de vista  anatómico y operativo, como lo demuestran múltiples experimentos realizados desde la década de los años 40 del siglo pasado (1).
     Los cambios en la estructura y funcionamiento de un cerebro orientan su percepción y su condicionamiento hacia el desarrollo de conductas determinadas en el sentido de su nueva configuración.

Percepción de la realidad, conducta y condicionamiento

     Nuestra consciencia detecta la información del medio ambiente y nuestra percepción la interpreta en función de la información de la que ya dispone, así como de la estructura y del funcionamiento de nuestras redes neuronales; esto detona nuestras emociones y nuestra conducta.
     Cada pensamiento va acompañado de una sustancia química que recorre nuestro organismo y que orienta nuestras reacciones; por ejemplo, las lágrimas tienen una composición química distinta cuando son producto de la tristeza, a la que tienen cuando son producto de la alegría.
     La información que recibimos del medio ambiente, a través de los medios a los que estamos expuestos, va orientando el funcionamiento de nuestro cerebro para que podamos reaccionar de una forma u otra a los estímulos externos y también a los internos.
     Esta información, cuando es constante y tiene una orientación y un sentido, va determinando una conducta que se observa repetidamente, a partir del sentido y la orientación de la información recibida, y tiende a crear un hábito de comportamiento que nos va definiendo; es decir, nos condicionamos a actuar de alguna forma a partir de la información que recibimos.
     La educación puede definirse como la información que se transmite y recibe, a fin de provocar un cambio de comportamiento en el individuo y crear un condicionamiento en uno u otro sentido.
     Cuando el flujo de información conlleva una carga ideológica determinada en algún sentido, es constante y se realiza coordinadamente a través de todos los medios disponibles durante un largo tiempo, el cerebro del individuo que la recibe se configura, física y funcionalmente, para condicionar su conducta en ese mismo sentido.

El contexto neoliberal

     El neoliberalismo nació en 1979 a partir de un discurso de Margaret Thatcher en la Gran Bretaña, adoptado por Ronald Reagan y Alan Greenspan en los Estados Unidos, para anunciar el surgimiento de un nuevo modelo, consistente en un proceso darwiniano acelerado del desarrollo económico y social, por medio del cual se abolió la sociedad y el bienestar común como centro del interés económico y lo concentró, exclusivamente, en la competencia del mercado y el desarrollo individual como motor del avance de la humanidad, basado en políticas de liberación económica, desregulación, libre comercio y reducción del gasto público, a fin de privilegiar en forma descontrolada la participación del sector privado en la economía y en la sociedad.
     Se le entregó el gobierno del mundo a las empresas, sin tomar en cuenta que la única obligación fundamental de las empresas es generar utilidades para sus accionistas, dentro de un marco legal.
     Teniendo las empresas el control del gobierno en sus manos, este marco legal lo establecen ellas mismas. Y amanecimos en un mundo en el que las corporaciones no tenían freno en su tarea de generar utilidades. No importaban el bienestar social, la ecología, la educación o los valores fundamentales; se enfocan en el mercado por medio del cual generan utilidades; en ser competitivos y financieramente eficientes. Como los escrúpulos no generan eficiencia financiera, en el camino pasaron por encima de todo lo demás. No se les puede culpar; hicieron lo que les tocaba hacer dentro de las reglas de juego que la misma sociedad estableció a través de sus gobiernos (2).
     Aplicando su nuevo poder ilimitado, las empresas usaron todos los medios existentes para difundir intensamente sus principios convirtiéndolos en objetivos aspiracionales para los individuos y la sociedad: La competencia sin escrúpulos, el dinero como un fin para alcanzar privilegios sobre los demás, el dispendio como una forma de vida, el desprecio del prójimo como una actitud natural, etc.
     Esta nueva forma de percibir la vida nos fue impuesta como un entrenamiento cerebral permanente durante los últimos 40 años, a través de todos los medios a los que los individuos y las sociedades tenemos acceso, provocando un cambio en el funcionamiento de nuestros cerebros y un cambio anatómico en la configuración de nuestra estructura neuronal, que la condicionó a fin de que nuestra conducta se desarrollara en forma congruente con estos principios antisociales, pero buenos para los negocios de los dueños de grandes corporaciones y oligarquías locales.
     Para el modelo, un trabajador no es un ser humano, con todo lo que esto implica, sino un servicio de proveduría subcontratado, que realiza eficientemente una función durante el mayor tiempo posible al menor costo que se pueda conseguir.
     Por otro lado, en la búsqueda de la eficiencia máxima de los mercados, las mercancías y servicios que se producen pierden su valor intrínseco pues las estrategias comerciales sofisticadas los han convertido en marcas, y son éstas, las marcas, las que concentran el mayor valor del precio de una mercancía o un servicio; en resumen, un automóvil no vale por la funcionalidad de transporte que representa, sino por la marca que ostenta; lo mismo una taza de café, una prenda de vestir, un servicio de transporte, etc. El desarrollo del modelo ha inflado el valor de las cosas a través de las marcas y las ha vuelto aspiracionales; los consumidores las anhelan.

El personaje neoliberal

     Este flujo permanente de información ha dado lugar a un diseño de estructura y funcionamiento neuronal condicionado creando personajes con cerebro neoliberal, con conductas acordes con los objetivos aspiracionales promovidos por el neoliberalismo, la mayoría de las cuales resultan antisociales y autodestructivas.
     A los aspirantes a magnates, que son prototipos del neoliberalismo (sus tontos útiles), se les puede ver en un estacionamiento público, caminando en círculos con actitud triunfadora, enfundados en sus trajecitos ajustados (Boss, Brioni, Segna), con su laptop al hombro (Mac), conectados a un celular (IPhone) a través del “manos libres”, aparentemente concentrados y hablando en voz muy alta sobre algún negocio impostergable, esperando que les entreguen un BMW que están pagando por medio de un plan de leasing, amañado para que ese gasto lo absorba el fisco.
     Viven en un círculo egocéntrico con su atención concentrada en la adquisición de juguetes y trofeos, preocupados en hacerse de marcas de prestigio, asistir a lugares de moda, manejar automóviles de lujo, conseguir más dinero que les permita lograr lo anterior sin reparar en escrúpulo alguno y, muy importante, proyectar sus imágenes de pequeños magnates triunfadores en sus cuentas de Facebook e Insta Gram, aunque para ello tengan que ser expertos en Photoshop.

El manotazo en la mesa

     En México, donde el neoliberalismo se conjugó a través de corrupción e impunidad, el resultado fue la degradación constante con una devastación económica y moral que dañó profundamente el tejido social, sumió a la mayoría de la población en la pobreza, dejó un país sin crecimiento económico, sobre endeudado y bañado en sangre.
     Después de 40 años de saqueo depredador en su máxima expresión y de los últimos 18 en caída libre, el 1 de julio del 2018 la inmensa mayoría de los votantes, conscientes de que la situación era ya insostenible, dieron un manotazo en la mesa y decidieron un cambio de régimen a través de un gobierno que ofrecía transformar la vida pública de México a partir de la recuperación de los valores de honestidad, justicia, democracia participativa y bienestar común.
     Comenzando el 1 de diciembre de ese mismo año, el nuevo gobierno dio un golpe de timón de 180 grados, cancelando proyectos dispendiosos y gastos superfluos, iniciando la aplicación de programas sociales, planes de seguridad pública, creación de infraestructura y, en general, la aplicación de 60 acciones relevantes de gobierno en un plazo de 50 días, a una gran velocidad, que implican una profundidad tal, que se empieza a modificar radicalmente el perfil socioeconómico y moral del país.

Tragedia y resistencia al cambio

     El nuevo escenario fue un choque de realidad para el cerebro neoliberal. De repente, todo lo que representa el neoliberalismo se desmoronó frente a los ojos del personaje prototipo. Su estructura y funcionamiento neuronales no están configurados para asimilar la nueva realidad y no la entiende.
     De golpe, aparecieron en su mundo una enorme cantidad de personas extrañas, en cuya existencia nunca había reparado seriamente, con ideas bizarras y peligrosas, que tomaron el control de la realidad; que comenzaron a hablar de bienestar común, de honestidad, de escrúpulos, de justicia, de verdad y de otros conceptos incomprensibles para él. Conceptos que se oían como frases de discursos vacíos, pero que no se conocían en la práctica, que no servían para actuar en el escenario neoliberal, ni para hacer su trabajo, y menos aún para relacionarse con los demás.
     De repente estos conceptos comenzaron a tomarse como fundamento para el comportamiento de las personas en una realidad nueva para él, a la que su estructura y funcionamiento neuronal se niegan a aceptar y a la que se resiste en forma automática, y hasta violenta, porque ve amenazado todo a lo que está habituado aunque lo haya dañado; algo así como el síndrome del alcoholismo.
     Un hábito solamente se destierra de nuestro comportamiento cuando se sustituye por otro. Como vimos, los hábitos que actualmente observa nuestra conducta, derivan del condicionamiento que ha provocado la información recibida por nuestros cerebros durante los últimos 40 años.
     La salud mental de un individuo se entiende como la capacidad que tiene de cuidar de sí mismo y de todos los demás.
     Va a tomar tiempo para que la nueva información que estamos recibiendo, vaya permeando y provoque gradualmente un cambio de conductas que se conviertan en hábitos orientados hacia el respeto de los valores que el neoliberalismo hizo a un lado, y que son los que corresponden a una sociedad funcional, integrada por individuos mentalmente sanos. Esto que decidió la mayoría y que va ajustando la realidad que vivimos en ese sentido.  
     Como la realidad se sirve de herramientas, que parecen coincidencias, para hacernos llegar mensajes descifrables sólo a través de la intuición, y a guisa de símbolo del cambio de paradigmas que se está dando en México, para colmo, Yalitza Aparicio, la actriz indígena protagonista de la película Roma de Cuarón, acaba de ser nominada al Oscar como mejor actriz.  


Notas:
(1)    E.L. Bennet Et Al, 1964; Renner y Rosenzweig, 1987; Rosenzweig, 1984; Rosenzweig Et Al, 1961; Hubel y Weisel, 1963, 1965; Weisel y Hubel, 1965; Hebb, 1949; Kelso y Brown, 1986; P.M. Miller, 1993; Löwell y Singer, 1992
(2)    Los Otros (Apuntes sobre el Neoliberalismo) https://pisobarrido.blogspot.com/ , 2017