Neuroplasticidad
La neuroplasticidad es la capacidad que
tiene el sistema nervioso para experimentar cambios estructurales y funcionales
detonados por influencias endógenas o exógenas, las cuales pueden ocurrir en
cualquier momento de la vida.
El entrenamiento y la experiencia provocan
que el cerebro cambie desde el punto de vista anatómico y operativo, como lo demuestran
múltiples experimentos realizados desde la década de los años 40 del siglo
pasado (1).
Los cambios en la estructura y
funcionamiento de un cerebro orientan su percepción y su condicionamiento hacia
el desarrollo de conductas determinadas en el sentido de su nueva configuración.
Percepción de la realidad,
conducta y condicionamiento
Nuestra consciencia detecta la información
del medio ambiente y nuestra percepción la interpreta en función de la
información de la que ya dispone, así como de la estructura y del
funcionamiento de nuestras redes neuronales; esto detona nuestras emociones y
nuestra conducta.
Cada pensamiento va acompañado de una
sustancia química que recorre nuestro organismo y que orienta nuestras
reacciones; por ejemplo, las lágrimas tienen una composición química distinta
cuando son producto de la tristeza, a la que tienen cuando son producto de la
alegría.
La información que recibimos del medio
ambiente, a través de los medios a los que estamos expuestos, va orientando el
funcionamiento de nuestro cerebro para que podamos reaccionar de una forma u
otra a los estímulos externos y también a los internos.
Esta información, cuando es constante y
tiene una orientación y un sentido, va determinando una conducta que se observa
repetidamente, a partir del sentido y la orientación de la información
recibida, y tiende a crear un hábito de comportamiento que nos va definiendo;
es decir, nos condicionamos a actuar de alguna forma a partir de la información
que recibimos.
La educación puede definirse como la
información que se transmite y recibe, a fin de provocar un cambio de
comportamiento en el individuo y crear un condicionamiento en uno u otro
sentido.
Cuando el flujo de información conlleva
una carga ideológica determinada en algún sentido, es constante y se realiza
coordinadamente a través de todos los medios disponibles durante un largo tiempo,
el cerebro del individuo que la recibe se configura, física y funcionalmente,
para condicionar su conducta en ese mismo sentido.
El contexto neoliberal
El neoliberalismo nació en 1979 a partir
de un discurso de Margaret Thatcher en la Gran Bretaña, adoptado por Ronald
Reagan y Alan Greenspan en los Estados Unidos, para anunciar el surgimiento de
un nuevo modelo, consistente en un proceso darwiniano acelerado del desarrollo
económico y social, por medio del cual se abolió la sociedad y el bienestar
común como centro del interés económico y lo concentró, exclusivamente, en la
competencia del mercado y el desarrollo individual como motor del avance de la
humanidad, basado en políticas de liberación económica, desregulación, libre
comercio y reducción del gasto público, a fin de privilegiar en forma
descontrolada la participación del sector privado en la economía y en la
sociedad.
Se le entregó el gobierno del mundo a las
empresas, sin tomar en cuenta que la única obligación fundamental de las
empresas es generar utilidades para sus accionistas, dentro de un marco legal.
Teniendo las empresas el control del
gobierno en sus manos, este marco legal lo establecen ellas mismas. Y
amanecimos en un mundo en el que las corporaciones no tenían freno en su tarea
de generar utilidades. No importaban el bienestar social, la ecología, la
educación o los valores fundamentales; se enfocan en el mercado por medio del
cual generan utilidades; en ser competitivos y financieramente eficientes. Como
los escrúpulos no generan eficiencia financiera, en el camino pasaron por
encima de todo lo demás. No se les puede culpar; hicieron lo que les tocaba
hacer dentro de las reglas de juego que la misma sociedad estableció a través
de sus gobiernos (2).
Aplicando su nuevo poder ilimitado, las
empresas usaron todos los medios existentes para difundir intensamente sus
principios convirtiéndolos en objetivos aspiracionales para los individuos y la
sociedad: La competencia sin escrúpulos, el dinero como un fin para alcanzar
privilegios sobre los demás, el dispendio como una forma de vida, el desprecio del
prójimo como una actitud natural, etc.
Esta nueva forma de percibir la vida nos
fue impuesta como un entrenamiento cerebral permanente durante los últimos 40
años, a través de todos los medios a los que los individuos y las sociedades
tenemos acceso, provocando un cambio en el funcionamiento de nuestros cerebros
y un cambio anatómico en la configuración de nuestra estructura neuronal, que
la condicionó a fin de que nuestra conducta se desarrollara en forma congruente
con estos principios antisociales, pero buenos para los negocios de los dueños
de grandes corporaciones y oligarquías locales.
Para el modelo, un trabajador no es un ser
humano, con todo lo que esto implica, sino un servicio de proveduría
subcontratado, que realiza eficientemente una función durante el mayor tiempo
posible al menor costo que se pueda conseguir.
Por otro lado, en la búsqueda de la
eficiencia máxima de los mercados, las mercancías y servicios que se producen
pierden su valor intrínseco pues las estrategias comerciales sofisticadas los
han convertido en marcas, y son éstas, las marcas, las que concentran el mayor
valor del precio de una mercancía o un servicio; en resumen, un automóvil no
vale por la funcionalidad de transporte que representa, sino por la marca que
ostenta; lo mismo una taza de café, una prenda de vestir, un servicio de
transporte, etc. El desarrollo del modelo ha inflado el valor de las cosas a
través de las marcas y las ha vuelto aspiracionales; los consumidores las
anhelan.
El personaje neoliberal
Este flujo permanente de información ha dado
lugar a un diseño de estructura y funcionamiento neuronal condicionado creando
personajes con cerebro neoliberal, con conductas acordes con los objetivos
aspiracionales promovidos por el neoliberalismo, la mayoría de las cuales
resultan antisociales y autodestructivas.
A los aspirantes a magnates, que son
prototipos del neoliberalismo (sus tontos útiles), se les puede ver en un
estacionamiento público, caminando en círculos con actitud triunfadora,
enfundados en sus trajecitos ajustados (Boss, Brioni, Segna), con su laptop al
hombro (Mac), conectados a un celular (IPhone) a través del “manos libres”, aparentemente
concentrados y hablando en voz muy alta sobre algún negocio impostergable,
esperando que les entreguen un BMW que están pagando por medio de un plan de
leasing, amañado para que ese gasto lo absorba el fisco.
Viven en un círculo egocéntrico con su
atención concentrada en la adquisición de juguetes y trofeos, preocupados en
hacerse de marcas de prestigio, asistir a lugares de moda, manejar automóviles
de lujo, conseguir más dinero que les permita lograr lo anterior sin reparar en
escrúpulo alguno y, muy importante, proyectar sus imágenes de pequeños magnates
triunfadores en sus cuentas de Facebook e Insta Gram, aunque para ello tengan
que ser expertos en Photoshop.
El manotazo en la mesa
En México, donde el neoliberalismo se
conjugó a través de corrupción e impunidad, el resultado fue la degradación constante
con una devastación económica y moral que dañó profundamente el tejido social, sumió
a la mayoría de la población en la pobreza, dejó un país sin crecimiento
económico, sobre endeudado y bañado en sangre.
Después de 40 años de saqueo depredador en
su máxima expresión y de los últimos 18 en caída libre, el 1 de julio del 2018
la inmensa mayoría de los votantes, conscientes de que la situación era ya insostenible,
dieron un manotazo en la mesa y decidieron un cambio de régimen a través de un
gobierno que ofrecía transformar la vida pública de México a partir de la
recuperación de los valores de honestidad, justicia, democracia participativa y
bienestar común.
Comenzando el 1 de diciembre de ese mismo
año, el nuevo gobierno dio un golpe de timón de 180 grados, cancelando
proyectos dispendiosos y gastos superfluos, iniciando la aplicación de
programas sociales, planes de seguridad pública, creación de infraestructura y,
en general, la aplicación de 60 acciones relevantes de gobierno en un plazo de
50 días, a una gran velocidad, que implican una profundidad tal, que se empieza
a modificar radicalmente el perfil socioeconómico y moral del país.
Tragedia y resistencia al cambio
El nuevo escenario fue un choque de
realidad para el cerebro neoliberal. De repente, todo lo que representa el
neoliberalismo se desmoronó frente a los ojos del personaje prototipo. Su
estructura y funcionamiento neuronales no están configurados para asimilar la
nueva realidad y no la entiende.
De golpe, aparecieron en su mundo una
enorme cantidad de personas extrañas, en cuya existencia nunca había reparado
seriamente, con ideas bizarras y peligrosas, que tomaron el control de la
realidad; que comenzaron a hablar de bienestar común, de honestidad, de
escrúpulos, de justicia, de verdad y de otros conceptos incomprensibles para
él. Conceptos que se oían como frases de discursos vacíos, pero que no se
conocían en la práctica, que no servían para actuar en el escenario neoliberal,
ni para hacer su trabajo, y menos aún para relacionarse con los demás.
De repente estos conceptos comenzaron a
tomarse como fundamento para el comportamiento de las personas en una realidad
nueva para él, a la que su estructura y funcionamiento neuronal se niegan a
aceptar y a la que se resiste en forma automática, y hasta violenta, porque ve
amenazado todo a lo que está habituado aunque lo haya dañado; algo así como el
síndrome del alcoholismo.
Un hábito solamente se destierra de
nuestro comportamiento cuando se sustituye por otro. Como vimos, los hábitos que
actualmente observa nuestra conducta, derivan del condicionamiento que ha
provocado la información recibida por nuestros cerebros durante los últimos 40
años.
La salud mental de un individuo se
entiende como la capacidad que tiene de cuidar de sí mismo y de todos los
demás.
Va a tomar tiempo para que la nueva
información que estamos recibiendo, vaya permeando y provoque gradualmente un
cambio de conductas que se conviertan en hábitos orientados hacia el respeto de
los valores que el neoliberalismo hizo a un lado, y que son los que
corresponden a una sociedad funcional, integrada por individuos mentalmente
sanos. Esto que decidió la mayoría y que va ajustando la realidad que vivimos
en ese sentido.
Como la realidad se sirve de herramientas,
que parecen coincidencias, para hacernos llegar mensajes descifrables sólo a
través de la intuición, y a guisa de símbolo del cambio de paradigmas que se
está dando en México, para colmo, Yalitza Aparicio, la actriz indígena
protagonista de la película Roma de Cuarón, acaba de ser nominada al Oscar como
mejor actriz.
Notas:
(1)
E.L.
Bennet Et Al, 1964; Renner y Rosenzweig, 1987; Rosenzweig, 1984; Rosenzweig Et
Al, 1961; Hubel y Weisel, 1963, 1965; Weisel y Hubel, 1965; Hebb, 1949; Kelso y
Brown, 1986; P.M. Miller, 1993; Löwell y Singer, 1992
(2) Los
Otros (Apuntes sobre el Neoliberalismo) https://pisobarrido.blogspot.com/
, 2017