El
gobierno no es lo mismo que el Estado, está vinculado a este por el
elemento poder. El gobierno pasa, cambia y se transforma, mientras que
el Estado permanece idéntico. En ese sentido, el gobierno es el conjunto
de los órganos directores de un Estado a través del cual se expresa el
poder estatal, por medio del orden jurídico.
De acuerdo con la definición de la Encyclopeadia Britannica, la
misión del gobierno es crear un sistema de auto-protección social para y
con todas las personas que viven en el Estado, que sea seguro al largo
plazo, autofinanciable, de muy buena calidad y sin corrupción.
Prioritariamente asegurar el futuro de la salud, educación, trabajo,
sustento y vivienda.
Estas definiciones básicas nos obligan a pensar sobre la situación en que se encuentra México hoy (año 2017) y no se puede evitar aprovechar la oportunidad para hacer, por lo menos, algunas reflexiones simples que nos lleven a conclusiones pragmáticas en relación con esta situación.
La Historia de México nos muestra que, si bien el desempeño de los gobiernos que han dirigido los destinos del Estado nunca han cumplido con la misión de un gobierno, tal y como se expresa más arriba, en algunos períodos cortos de la vida gubernamental del país se percibía la orientación de sus esfuerzos hacia el logro de esos propósitos, aunque no es el caso de la enorme mayoría de los gobiernos que han estado al frente del México independiente. Por lo menos, durante un buen tiempo de la Historia moderna y contemporánea de México se contaba con un plan, más o menos claro, que daba una idea de hacia dónde dirigir los efuerzos del gobierno en busca de lograr el cumplimiento de una misión concordante con la definición académica de "gobierno".
Esa intención de congruencia con la misión de un gobierno en México se extravió a partir de 1982, cuando explotaron en la cara del gobierno, y de todos los mexicanos, las consecuencias de un manejo equivocado, por decir lo menos, de la economía durante los 12 años anteriores, que se potenció con varios factores de índole política desarrollados desde 1968 y hasta el fin de la guerra fría en 1989. Sin embargo, se apostó a orientar el manejo de la economía por medio de la desregulación a fin de que fuera el mercado el que ajustara las variables y se decidió la dependencia económica practicamente absoluta de los Estados Unidos de América, dejando específicamente a ese mercado la suerte futura de la economía mexicana y de la esperanza de un bienestar social derivado de ello en el largo plazo.
En la situación actual de México se hace necesario llevar a cabo un primer ejercicio de reflexión relacionado con la misión del gobierno a partir de la definición académica de éste.
Como primera obligación de un gobierno está la creación de "un sistema de auto-protección social para y con todas las personas que viven en el Estado". Segun los últimos datos publicados por el CONEVAL, en México 55.3 de los 121 millones de habitantes viven en situación de pobreza y, de estos 55.3 millones, más de la mitad (31.8 millones) es vulnerable por carencias sociales; sólo del 2010 al 2014 casi 3 millones de personas cayeron en situación de pobreza sin haber estado en ella en 2010. Sin abundar en mas datos relacionados con otros temas que forman parte de lo más básico de un sistema de auto-protección social, como la cobertura y calidad de la educación, de la salud, del bienestar para el retiro, del empleo, etc., este solo dato ya nos demuestra que los gobiernos del México independiente han sido incapaces de crear ese supuesto "sistema de autoprotección social para y con todas las personas que viven en el Estado" durante los casi 200 años que han gobernado; lo que es peor, el gobierno actual ha hecho tan mal el trabajo que la pobreza aumentó casi un 6% desde que tomó el poder.
La segunda obligación de un gobierno desde la definición académica del concepto es "que sea seguro a largo plazo". Si bien esta condición se ha cumplido en algunos períodos prolongados de la Historia contemporánea del país, las decisiones de gobierno tomadas a partir del año 2006, y hasta la fecha, en materia de "seguridad" no solamente no garantiza ésta a largo plazo; ni siquiera la garantízan en el día a día de los habitantes del Estado. Para no tener que discutir este punto y evitarnos citar cientos, si no miles de ejemplos posibles, solamente hay que observar el estilo de vida de los gobernantes en materia de seguridad: Viven es casas vigiladas por legiones de guardaespaldas, se trasladan en vehículos blindados seguidos de escoltas, trabajan en oficinas custodiadas por pequeños ejércitos de granaderos o soldados, caminan rápido y rodeados de elementos de protección, y tienen que vacacionar en el extranjero; es decir, ni ellos mismos confían en la seguridad que proporciona su propio gobierno a las personas que vivimos en este país.
La tercera condición obligatoria de un gobierno es que sea "autofinanciable". Basta con señalar que a casi 200 años de tener un país independiente el gobierno actual tiene una deuda pública de casi el 52% del Producto Interno Bruto (PIB) del país; es decir, el gobierno debe más de la mitad de lo que producimos TODOS los mexicanos en un año; lo que es peor, más de la mitad de lo que debe, se lo debe a inversionistas extranjeros según la revista Forbes. En el año 2006 la deuda del gobierno era aproximadamente del 15% del PIB; se duplicó en 6 años para alcanzar casi el 30% del PIB (durante el calderonato); en los 5 años siguientes (lo que va del peñato) la deuda ha crecido en 73%. Hay que tomar en consideración, para dimensionar este asunto, que el gobierno recibe cada año por concepto de impuestos una cantidad equivalente a calcular el 11% del PIB. Si comparamos su deuda con la situación que tendría una familia en condiciones similares, digamos que el ingreso de la familia sería de 11 mil pesos anuales y que no sólo se han gastado eso, sino que además, deben una cantidad equivalente a su ingreso total de casi 5 años; para pagar su deuda tendrían que trabajar 5 años sin comer ni gastar en otra cosa, sino en el pago de su deuda; el problema es que cada año se endeudan más en vez de pagar lo que deben. La conclusión es que el gobierno en México tampoco cumple con la obligación como gobierno de ser autofinanciable.
La cuarta obligación de la misión de un gobierno es que sea "de muy buena calidad y sin corrupción". La calidad de los gobiernos en México debería ser evaluada tomando en consideración el cumplimineto de su misión como gobierno, de la forma en la que se describen en los párrafos anteriores. Queda claro que la calidad no solamente no es muy buena; más bien podría calificarse de muy mala. Por lo que se refiere a que un gobierno se supone "sin corrupción", nos sobran ejemplos de delitos de fraude electoral, desvío de recursos, enriquecimiento ilícito, simulación, asociación delictiva, crimen organizado, narcotráfico, etc., de los que existen señalamientos con evidencias, denuncias y/o procesos penales contra funcionarios públicos del más alto nivel, incluyendo a 15 gobernadores, secretarios de Estado, expresidentes y al mismo presidente de la República (Casa Blanca, Oderbrecht, OHL, Grupo Higa, Familia San Román, etc) para afirmar la exitencia evidente de una corrupción sistémica sorprendente y escandalosa de los gobiernos mexicanos.
Como primera conclusión está muy claro que los gobiernos mexicanos, en general, y en especial los últimos dos gobiernos, no cubren ninguno de los requisitos fundamentales que los definirían como "gobierno" en su ascepción más básica.
Entonces, si los gobiernos mexicanos no pueden considerarse como tal por su incapacidad en el desempeño de su misión, ¿en qué clase de país estamos viviendo? A partir de este punto es oportuno revisar otra definición que puede darnos una idea para responder esta pregunta.
Un
Estado Fallido o un Estado que fracasa (de acuerdo con la difinición
propuesta por la revista Foreign Policy) "es aquel en que el gobierno no
tiene control real de su territorio, no es reconocido como legítimo por
parte importante de la población, no ofrece seguridad interna y
servicios públicos esenciales a sus ciudadanos, y no tiene monopolio del
uso de la fuerza".
Esto nos lleva más allá de no tener un gobierno en toda la extensión de la palabra. Es necesario revisar si, por lo menos, el Estado en que vivimos es, a estas alturas, un Estado viable; es decir, un Estado que, si prevalecen las condiciones en las que se encuentra hoy, tiene futuro.
¿Es reconocido el gobierno como legítimo por la gran mayoría de la población? De acuerdo con los últimos sondeos de opinión realizados para el Congreso y para distintos medios de información, el nivel de aprobación del presidente y su gobierno oscila entre un 6 y un 12% de la población; es decir, que entre 88 y 94 de cada 100 mexicanos desaprueban la gestión del gobierno, pudiéndose inferir que una parte importante de ellos lo consideran, por lo menos, incompetente e inútil.
¿Ofrece el gobierno servicios públicos esenciales a los ciudadanos? Regresando a los indicadores de carencia social del CONEVAL nos damos cuenta que 22.4 millones de mexicanos tienen rezago educativo, 21.8 millones tienen carencia por falta de acceso a servicios de salud, 70.1 millones (el 60% de la población) tienen carencia por falta de acceso a seguridad social, 14.8 millones tienen carencia por falta de acceso a calidad y espacios de vivienda, 25.4 millones tienen carencia por falta de acceso a los servicios básicos de vivienda y 28 millones tienen carencia por falta de acceso a la alimentación (1 de cada 5 mexicanos). Revisando estos datos es evidente que el gobierno es incapaz de ofrecer servicios esenciales para, por lo menos, uno de cada 5 mexicanos.
¿Tiene el gobierno control real de su territorio, ofrece seguridad interna y mantiene el monopolio del uso de la fuerza? Está muy claro que no es así. El crimen organizado fuera del gobierno; es decir, independiente de este, o de "iniciativa privada", comparte con el gobierno el control del territorio y el uso de la fuerza. En Estados como Tamaulipas, Guerrero, Michoacán y Sinaloa podríamos pensar que, de hecho, la primacía en control de territorio y uso de la fuerza los ejerce al crimen organizado y, en más de uno de ellos prácticamente mantiene la exclusiva. En el resto del territorio es evidente que no ofrece seguridad interna y comparte el uso de la fuerza con el crimen organizado.
Como segunda conclusión podemos afirmar que México hoy es un Estado Fallido; uno que ha fracasado como Estado en virtud de la incapacidad de su gobierno para hacerlo viable.
Pero, ¿cómo llegamos a esto?, ¿qué le pasó a un país que en los años 60's se consideraba como "el milagro mexicano", con una economía que en el año 2000 estaba ubicada como la novena de mayor tamaño en el mundo (hoy ha caído al lugar 16)?, ¿qué nos pasó?
Podemos buscar el origen de las causas desde que el presidente Miguel Alemán canceló el avance de la política de desarrollo social construida por el general Lázaro Cárdenas, privilegiando así el auge de los negocios de la oligarquía de la época, pasando por encima de las leyes; y seguir detectando causas de origen cuando el Presidente Díaz Ordaz decidió acabar con cualquier posibilidad de avance hacia la democracia y la libertad de expresión, enviando a los miembros de su estado mayor a disparar desde la azotea del edificio Chihuahua de Tlaltelolco contra soldados y estudiantes, generando una masacre de proporciones históricas; pasando por la "administración de la abundancia" derivada de la petrolización de la economía en los sexenios de Echeverría y López Portillo, que ocasionaron la debacle del sistema económico de 1982 y el cambio de política hacia la entrega de la economía a los Estados Unidos, iniciada por Salinas y su corte de tecnócratas incompetentes, incluyendo la "caída del sistema" y el fraude electoral que arrebató a la sociedad el cambio democrático por el que se votó en 1988. Todo esto ha tenido mucho que ver en la ecuación que da como resultado un Estado Fallido.
A partir del salinato, los "genios" del gobierno supusieron que el bienestar social debería derivar del control de la economía por las fuerzas del mercado y fue ese su proyecto de nación de largo plazo: ninguno; era el mercado, y fundamentalmente la economía norteamericana, quienes derramarían sobre la población las mieles del bienestar social como por arte de magia, cancelando el desarrollo del mercado interno. Sin embargo, es a partir del año 2000, cuando la sociedad decidió cambiar las cosas por la vía del voto y el presidente Zedillo respetó la decisión de la mayoría, cuando se inicia la caída vertiginosa del Estado por el tobogán que lo llevó a fracasar como tal, y la causa no fue el cambio democrático, sino la falta de un proyecto de nación desde Salinas y lo que hicieron con el poder quienes lo recibieron a través del voto de la sociedad en el año 2000.
La inconmensurable ignorancia e incapacidad de Fox como gobernante evitaron que se diseñara un proyecto de nación. El presidente se ocupó primero de enamorarse, de continuar privilegiando los intereses de la oligarquía y de crear un gobierno "Montessori" donde los miembros de su gabinete hacían lo que se les daba la gana sin rumbo compartido, coordinación o supervisión, con la consecuencia lógica de la pérdida de control sobre el Estado; y, después, se dedicó a hacer todo lo que estuvo en su mano, hasta violando la ley, para bloquear y cancelar la posibilidad de que la democracia se consolidara, promoviendo con los partidos políticos el debilitamiento del órgano de regulación electoral y operando, junto con su sucesor, un fraude electoral que terminó con el sueño democrático de la sociedad para los siguientes 6 años.
Un cuestionado, defectuoso y poco inteligente Calderón que no podía validar su legitimidad en el poder, decidió operar el viejo truco de inventar una guerra, pero como pequeño tirano impulsivo, lo hizo sin información del enemigo, estrategia u objetivo. El resultado no solamente no pudo legitimarlo en el gobierno, sino que dejó una cuota injusta y enorme de sangre y corrupción para la sociedad, con una infiltración profunda del crimen organizado en las instituciones del Estado. Como si eso fuera poco, siguió el ejemplo de su "brillante" antecesor cogobernando con el PRI, privilegiando los negocios de familiares, amigos y empresarios sobre cualquier esfuerzo de desarrollo social. Al final cerró con broche de oro; como no supo qué hacer con el poder decidió devolvérselo al PRI para bloquear a la izquierda mexicana, y colaboró con los priistas en toda clase de actos y financiamientos ilegales de campaña que les permitieron comprar el voto de la población menos informada y más hambrienta, para instalarse en lo que quedaba del poder.
El período de poder, que no de gobierno, ocupado desde el regreso de los políticos del PRI (2010 a 2018) se ha caracterizado por falta absoluta de rumbo y de proyecto de país, corrupción escandalosa y descarada, carencia de dirección en las funciones más básicas de gobierno, falta de respeto absoluta a los derechos humanos y de libre expresión, repetición constante de mentiras y simulación, represión sistemática de medios y comunicadores que le son incómodos a los políticos, reformas mal estructuradas y orientadas a perpetuar el saqueo de las riquezas del país en beneficio de empresarios extranjeros y mexicanos afines al régimen, incluyendo exfuncionarios de gobiernos anteriores con ínfulas de empresarios. La debacle económica (73% de crecimiento de la deuda pública de 2010 a 2016, aumento de casi 3 millones de personas en situación de pobreza, el desmantelamiento de Pemex para vender el petróleo, etc.), la debacle moral (Casa Clanca, Odebrecht, OHL, Higa, Grupo San Roman, Yarrington, Duarte, etc.), y la debacle de seguridad y derechos humanos (Tlatlaya, Ayotzinapa, Apatzingán, Tanhuato, Ostula, Nochistlán, Arantepacua, etc.) han terminado el trabajo de fracaso del Estado que tan eficazmente habían comenzado los panistas.
En el balance de estos dos últimos sexenios se cuentan sus legados: Más de 55 millones de pobres, más de 210 mil ejecutados, más de 31 mil desaparecidos, hasta ahora 855 fosas clandestinas con 35 mil cuerpos, las riquezas del país en unas cuantas manos privadas, 114 periodistas asesinados, una deuda que no vamos a poder pagar en muchos años, una pandilla de ricos que no pagan impuestos, un campo que no produce, un mercado interno improductivo, uno de cada 5 mexicanos con hambre, un presidente que ganó las elecciones "haiga sido como haiga sido" y otro que se refiere a la sociedad con un elegante "ningún chile les embona" o con un simpático "la crisis está en sus mentes".
Según los académicos Acemoglu y Robinson en su libro "Porqué Fracasan los Países", para que las sociedades cambien de un sistema extractivo a uno incluyente tiene que darse una condición histórica de gran envergadura, que se ve favorecida por el avance de la tecnología.
En México esta situación podría estarse dando por fin a partir de, fundamentalmente, dos eventos principales que se han vuelto simbólicos gracias a la tecnología de difusión por medio de las redes sociales y a temerarios periodistas independientes de los medios cómplices del "gobierno": (1) La corrupción descarada del presidente de la República que se hizo evidente con la difusión del asunto de la llamada Casa Blanca "adquirida por su esposa" de un contratista del gobierno y "devuelta" con una disculpa pública de parte del indefendible presidente; y (2) La desaparcición forzada de los 43 estudiantes de la normal Isidro Burgos de Ayotzinapa que se convirtió en la representación vigente de la situación del Estado mexicano y que, increiblemente, a mediados de 2017 solamente ha sido investigada con seriedad por una periodista, dado que todas las instancias del gobierno responsables de investigarla se han dedicado a bloquear y a desviar la investigación.
El caso "Ayotzinapa" es tan representativa de la situación del gobierno y del Estado mexicano que podría servir como foto de perfil en la página de la presidencia de Mexico. Los resultados de la única investigación seria al respecto, presentan evidencias en el sentido de que un batallón del ejército mexicano fue a rescatar, por instrucciones del narco en la zona de Iguala, Guerrero, paquetes de cocaína por 2 millones de dólares de los autobuses que habían secuestrado los estudiantes y, a fin de que no quedaran testigos de ello, los desaparecieron con el apoyo de las Policías Federal, Ministerial, Estatal de Guerrero y Municipal de Iguala. En la investigación oficial el gobierno federal (Ejército y Marina) torturó a cientos de personas para que declararan en un sentido distinto a la verdad a fin de crear una "verdad histórica" por medio de la cual se exonerara al ejército y se desviara la atención del narco responsable hacia otro cartel distinto.
Es muy probable que estos dos asuntos simbólicos, que coronan el legado de los últimos dos gobiernos, constituyan la condición histórica de gran envergadura que necesita la sociedad mexicana para dar un golpe de timón en el desarrollo de México; un golpe de timón que no lo puede dar un gobierno que no exise como tal, sino sólo como instrumento de saqueo para unos cuantos. Un golpe de timón que tendrá que dar la sociedad por sí misma para construir un Estado viable en el presente y en el futuro, arrancando desde muy abajo.
Son útiles las palabras de Amartya Sen para comenzar a diseñar un proyecto de país donde quepamos todos: El desarrollo es, fundamentalmente, un proceso de devolución de poder a la ciudadanía. El desarrollo sostenible es el que satisface las necesidades de las generaciones presentes, sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer sus propias necesidades; por lo tanto el desarrollo sostenible exige que la siguiente generación a la nuestra reciba lo que necesite para alcanzar un nivel de vida, al menos, tan bueno como el nuestro y pueda ocuparse de la generación siguiente de manera similar.
¿Es reconocido el gobierno como legítimo por la gran mayoría de la población? De acuerdo con los últimos sondeos de opinión realizados para el Congreso y para distintos medios de información, el nivel de aprobación del presidente y su gobierno oscila entre un 6 y un 12% de la población; es decir, que entre 88 y 94 de cada 100 mexicanos desaprueban la gestión del gobierno, pudiéndose inferir que una parte importante de ellos lo consideran, por lo menos, incompetente e inútil.
¿Ofrece el gobierno servicios públicos esenciales a los ciudadanos? Regresando a los indicadores de carencia social del CONEVAL nos damos cuenta que 22.4 millones de mexicanos tienen rezago educativo, 21.8 millones tienen carencia por falta de acceso a servicios de salud, 70.1 millones (el 60% de la población) tienen carencia por falta de acceso a seguridad social, 14.8 millones tienen carencia por falta de acceso a calidad y espacios de vivienda, 25.4 millones tienen carencia por falta de acceso a los servicios básicos de vivienda y 28 millones tienen carencia por falta de acceso a la alimentación (1 de cada 5 mexicanos). Revisando estos datos es evidente que el gobierno es incapaz de ofrecer servicios esenciales para, por lo menos, uno de cada 5 mexicanos.
¿Tiene el gobierno control real de su territorio, ofrece seguridad interna y mantiene el monopolio del uso de la fuerza? Está muy claro que no es así. El crimen organizado fuera del gobierno; es decir, independiente de este, o de "iniciativa privada", comparte con el gobierno el control del territorio y el uso de la fuerza. En Estados como Tamaulipas, Guerrero, Michoacán y Sinaloa podríamos pensar que, de hecho, la primacía en control de territorio y uso de la fuerza los ejerce al crimen organizado y, en más de uno de ellos prácticamente mantiene la exclusiva. En el resto del territorio es evidente que no ofrece seguridad interna y comparte el uso de la fuerza con el crimen organizado.
Como segunda conclusión podemos afirmar que México hoy es un Estado Fallido; uno que ha fracasado como Estado en virtud de la incapacidad de su gobierno para hacerlo viable.
Pero, ¿cómo llegamos a esto?, ¿qué le pasó a un país que en los años 60's se consideraba como "el milagro mexicano", con una economía que en el año 2000 estaba ubicada como la novena de mayor tamaño en el mundo (hoy ha caído al lugar 16)?, ¿qué nos pasó?
Podemos buscar el origen de las causas desde que el presidente Miguel Alemán canceló el avance de la política de desarrollo social construida por el general Lázaro Cárdenas, privilegiando así el auge de los negocios de la oligarquía de la época, pasando por encima de las leyes; y seguir detectando causas de origen cuando el Presidente Díaz Ordaz decidió acabar con cualquier posibilidad de avance hacia la democracia y la libertad de expresión, enviando a los miembros de su estado mayor a disparar desde la azotea del edificio Chihuahua de Tlaltelolco contra soldados y estudiantes, generando una masacre de proporciones históricas; pasando por la "administración de la abundancia" derivada de la petrolización de la economía en los sexenios de Echeverría y López Portillo, que ocasionaron la debacle del sistema económico de 1982 y el cambio de política hacia la entrega de la economía a los Estados Unidos, iniciada por Salinas y su corte de tecnócratas incompetentes, incluyendo la "caída del sistema" y el fraude electoral que arrebató a la sociedad el cambio democrático por el que se votó en 1988. Todo esto ha tenido mucho que ver en la ecuación que da como resultado un Estado Fallido.
A partir del salinato, los "genios" del gobierno supusieron que el bienestar social debería derivar del control de la economía por las fuerzas del mercado y fue ese su proyecto de nación de largo plazo: ninguno; era el mercado, y fundamentalmente la economía norteamericana, quienes derramarían sobre la población las mieles del bienestar social como por arte de magia, cancelando el desarrollo del mercado interno. Sin embargo, es a partir del año 2000, cuando la sociedad decidió cambiar las cosas por la vía del voto y el presidente Zedillo respetó la decisión de la mayoría, cuando se inicia la caída vertiginosa del Estado por el tobogán que lo llevó a fracasar como tal, y la causa no fue el cambio democrático, sino la falta de un proyecto de nación desde Salinas y lo que hicieron con el poder quienes lo recibieron a través del voto de la sociedad en el año 2000.
La inconmensurable ignorancia e incapacidad de Fox como gobernante evitaron que se diseñara un proyecto de nación. El presidente se ocupó primero de enamorarse, de continuar privilegiando los intereses de la oligarquía y de crear un gobierno "Montessori" donde los miembros de su gabinete hacían lo que se les daba la gana sin rumbo compartido, coordinación o supervisión, con la consecuencia lógica de la pérdida de control sobre el Estado; y, después, se dedicó a hacer todo lo que estuvo en su mano, hasta violando la ley, para bloquear y cancelar la posibilidad de que la democracia se consolidara, promoviendo con los partidos políticos el debilitamiento del órgano de regulación electoral y operando, junto con su sucesor, un fraude electoral que terminó con el sueño democrático de la sociedad para los siguientes 6 años.
Un cuestionado, defectuoso y poco inteligente Calderón que no podía validar su legitimidad en el poder, decidió operar el viejo truco de inventar una guerra, pero como pequeño tirano impulsivo, lo hizo sin información del enemigo, estrategia u objetivo. El resultado no solamente no pudo legitimarlo en el gobierno, sino que dejó una cuota injusta y enorme de sangre y corrupción para la sociedad, con una infiltración profunda del crimen organizado en las instituciones del Estado. Como si eso fuera poco, siguió el ejemplo de su "brillante" antecesor cogobernando con el PRI, privilegiando los negocios de familiares, amigos y empresarios sobre cualquier esfuerzo de desarrollo social. Al final cerró con broche de oro; como no supo qué hacer con el poder decidió devolvérselo al PRI para bloquear a la izquierda mexicana, y colaboró con los priistas en toda clase de actos y financiamientos ilegales de campaña que les permitieron comprar el voto de la población menos informada y más hambrienta, para instalarse en lo que quedaba del poder.
El período de poder, que no de gobierno, ocupado desde el regreso de los políticos del PRI (2010 a 2018) se ha caracterizado por falta absoluta de rumbo y de proyecto de país, corrupción escandalosa y descarada, carencia de dirección en las funciones más básicas de gobierno, falta de respeto absoluta a los derechos humanos y de libre expresión, repetición constante de mentiras y simulación, represión sistemática de medios y comunicadores que le son incómodos a los políticos, reformas mal estructuradas y orientadas a perpetuar el saqueo de las riquezas del país en beneficio de empresarios extranjeros y mexicanos afines al régimen, incluyendo exfuncionarios de gobiernos anteriores con ínfulas de empresarios. La debacle económica (73% de crecimiento de la deuda pública de 2010 a 2016, aumento de casi 3 millones de personas en situación de pobreza, el desmantelamiento de Pemex para vender el petróleo, etc.), la debacle moral (Casa Clanca, Odebrecht, OHL, Higa, Grupo San Roman, Yarrington, Duarte, etc.), y la debacle de seguridad y derechos humanos (Tlatlaya, Ayotzinapa, Apatzingán, Tanhuato, Ostula, Nochistlán, Arantepacua, etc.) han terminado el trabajo de fracaso del Estado que tan eficazmente habían comenzado los panistas.
En el balance de estos dos últimos sexenios se cuentan sus legados: Más de 55 millones de pobres, más de 210 mil ejecutados, más de 31 mil desaparecidos, hasta ahora 855 fosas clandestinas con 35 mil cuerpos, las riquezas del país en unas cuantas manos privadas, 114 periodistas asesinados, una deuda que no vamos a poder pagar en muchos años, una pandilla de ricos que no pagan impuestos, un campo que no produce, un mercado interno improductivo, uno de cada 5 mexicanos con hambre, un presidente que ganó las elecciones "haiga sido como haiga sido" y otro que se refiere a la sociedad con un elegante "ningún chile les embona" o con un simpático "la crisis está en sus mentes".
Según los académicos Acemoglu y Robinson en su libro "Porqué Fracasan los Países", para que las sociedades cambien de un sistema extractivo a uno incluyente tiene que darse una condición histórica de gran envergadura, que se ve favorecida por el avance de la tecnología.
En México esta situación podría estarse dando por fin a partir de, fundamentalmente, dos eventos principales que se han vuelto simbólicos gracias a la tecnología de difusión por medio de las redes sociales y a temerarios periodistas independientes de los medios cómplices del "gobierno": (1) La corrupción descarada del presidente de la República que se hizo evidente con la difusión del asunto de la llamada Casa Blanca "adquirida por su esposa" de un contratista del gobierno y "devuelta" con una disculpa pública de parte del indefendible presidente; y (2) La desaparcición forzada de los 43 estudiantes de la normal Isidro Burgos de Ayotzinapa que se convirtió en la representación vigente de la situación del Estado mexicano y que, increiblemente, a mediados de 2017 solamente ha sido investigada con seriedad por una periodista, dado que todas las instancias del gobierno responsables de investigarla se han dedicado a bloquear y a desviar la investigación.
El caso "Ayotzinapa" es tan representativa de la situación del gobierno y del Estado mexicano que podría servir como foto de perfil en la página de la presidencia de Mexico. Los resultados de la única investigación seria al respecto, presentan evidencias en el sentido de que un batallón del ejército mexicano fue a rescatar, por instrucciones del narco en la zona de Iguala, Guerrero, paquetes de cocaína por 2 millones de dólares de los autobuses que habían secuestrado los estudiantes y, a fin de que no quedaran testigos de ello, los desaparecieron con el apoyo de las Policías Federal, Ministerial, Estatal de Guerrero y Municipal de Iguala. En la investigación oficial el gobierno federal (Ejército y Marina) torturó a cientos de personas para que declararan en un sentido distinto a la verdad a fin de crear una "verdad histórica" por medio de la cual se exonerara al ejército y se desviara la atención del narco responsable hacia otro cartel distinto.
Es muy probable que estos dos asuntos simbólicos, que coronan el legado de los últimos dos gobiernos, constituyan la condición histórica de gran envergadura que necesita la sociedad mexicana para dar un golpe de timón en el desarrollo de México; un golpe de timón que no lo puede dar un gobierno que no exise como tal, sino sólo como instrumento de saqueo para unos cuantos. Un golpe de timón que tendrá que dar la sociedad por sí misma para construir un Estado viable en el presente y en el futuro, arrancando desde muy abajo.
Son útiles las palabras de Amartya Sen para comenzar a diseñar un proyecto de país donde quepamos todos: El desarrollo es, fundamentalmente, un proceso de devolución de poder a la ciudadanía. El desarrollo sostenible es el que satisface las necesidades de las generaciones presentes, sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer sus propias necesidades; por lo tanto el desarrollo sostenible exige que la siguiente generación a la nuestra reciba lo que necesite para alcanzar un nivel de vida, al menos, tan bueno como el nuestro y pueda ocuparse de la generación siguiente de manera similar.